Lo que me gusta mucho de la temporada Virgo -que comenzó ayer a las 18:34 hs y terminará el 22 de septiembre a las 16:20 cuando el Sol ingrese a Libra- es la energía de alineación entre cuerpo y alma que se vivencia.
Sí, en sombra podremos volvernos locas tratando de cumplir lo que no cumplimos antes, siendo perfeccionistas y detallistas al extremo, sintiendo mucha (auto) exigencia, tratando de organizarnos en medio del caos personal y teniendo que responder ante trabajos y cosas que pueden no estar motivándonos, pero en luz la energía Virgo es hermosa.
Nos orienta para focalizarnos, organizarnos desde la presencia y la coherencia, cuidar nuestro cuerpo, mente y espíritu. Es un mes para atender nuestra alimentación, todo lo que es la atención hacia nuestra salud pero como Virgo está entre Leo y Libra pueden suceder dos cosas:
En luz, me atiendo, cuido y nutro porque lo valgo, me merezco lo mejor, me siento valiosa como para atenderme y ponerme primera. Me decido y hago cosas por mi bienestar, me muevo, estoy presente para mí. La salud holística y el equilibrio interior hacen que mi exterior brille en consecuencia.
En sombra, me atiendo por el qué dirán, quiero llamar la atención, que allá afuera me validen porque no puedo sentir validez dentro. Estoy indecisa y dubitativa porque lo estético toma más relevancia que lo interno.
Así que en este mes, prestate atención estando presente, esa es la gran clave virginiana. Poder estar para mí y por ende para los que me necesiten. El servicio del cuerpo es vasija y canal del servicio del alma.
Con Mercurio y Marte en Virgo en oposición a la Luna y Neptuno en Piscis, mejor soltamos la necesidad de ser y mostrarnos perfectas y fluímos en la perfección que ya somos, porque somos naturales, humanas. Y eso de por sí es lo perfecto.
¡Feliz renacer, Virgo!