Venus ingresa a Acuario el 1 de febrero a las 11:05 hs y desde allí será gran protagonista durante este febrero.
Venus es el planeta que rige la energía femenina. Va más allá de la biología, es la esencia, el poder femenino o yin, la Diosa, como prefieras.
La energía femenina es la que crea, la que gesta, y todos la llevamos dentro sin importar nuestro sexo biológico. Sentimos muy fuerte sus tránsitos y conexiones a un nivel corporal, de sensaciones. No es emocional como la Luna, porque Venus “lleva”, en su recorrido zodiacal, nuestro deseo para manifestarlo e incluso trascenderlo. Es más tierra (cuerpo, deseo) y aire (mente, comunicación).
Cuando transita por Acuario, lo principal que sentimos es un hambre de cambio. Y digo “hambre” porque si bien no es visceral como cuando pasa por Escorpio, nos hace recordar nuestra esencia salvaje: nos conecta con la Diosa, la Creadora. Es ella la que, desde el fondo, moviliza las energías y grita pidiendo por ese cambio.
Venus en este signo quiere relaciones en libertad, que no la limiten, que respeten sus espacios, que le permitan ser ella misma sin máscaras ni condiciones. Quiere un cambio radical de look, conectar con todo el mundo y conocer gente nueva, distinta, con quienes pueda establecer conexiones mentales sin que necesariamente haya un interés romántico de por medio. Nos pone algo frías y distantes, por la naturaleza acuariana, pero aquí hay dos consideraciones:
-Queremos estar al tanto de todo, sin perdernos nada, sobretodo de lo que pasa en redes sociales y conexiones online: tal vez intentar encontrar el equilibrio entre eso y nuestra vida interna es un punto a tener en cuenta. No olvidemos que Saturno está haciendo de las suyas con la necesidad de límites y con el tema de las restricciones. Alguna desintoxicación de redes sociales y tecnología no estaría nada mal.
-Quiere libertad: quiere amar en libertad, no tener horarios, ni edades, ni especificaciones de libretos románticos y mucho menos patriarcales. Venus en Acuario es el amor libre de etiquetas y que se atreve a romper con el deber ser y el statu quo.
Venus en Acuario lleva la bandera de que no hay amor sin libertad, ni dentro de apegos egoístas y limitantes, no hay amor sin respeto por los espacios propios e individuales. El amor real es libre. Lejos de él están la desconfianza, los celos, las teorías de conspiración. Quiere establecer relaciones de igual a igual, sin que haya niveles de superioridad o inferioridad, porque busca a un compañero que sepa apreciarla y amarla tal como es.
Nacer con Venus en Acuario es similar a tener a Venus en aspecto a Urano, aunque no sea exactamente lo mismo.
Esta Venus es la que quiere hacer y deshacer sin tapujos, la que busca su propia liberación para ayudar a liberar a los demás, la que necesita su espacio de contacto con ella misma. No hay dramas, no hay enrosques: lo que se requiere es reconocer nuestras ansias de libertad en todo tipo de relaciones. Soltar y dejar ir resulta más fácil, desapegado y menos doloroso.
Durante este tránsito, las relaciones que no tengan futuro o que estén desgastadas o “aburridas”, tienden a revisarse o a tener un vuelco radical: Mercurio está retro en el mismo signo, y Venus se encontrará con Saturno, con Júpiter, con Marte y Urano en Tauro…. y eso significa que habrá algún enfrentamiento previo a una limpieza, de cualquier tipo.
La mujer salvaje también es la que sabe lo que quiere, la que conoce sus ciclos y reconoce cuando a algo le llegó el momento de morir, de transformarse; por ese motivo no es raro que se sienta como el momento correcto para tomar las riendas de nuestras relaciones y comenzar a marcar el nuevo ritmo, ese que va de acuerdo a nuestra propia naturaleza. Si el otro se encuentra de acuerdo, será una gran etapa de crecimiento y transformación; pero si no es así, entonces un final de etapa puede ser necesario para poder permitir la evolución de ambas partes, sea juntos o separados. Venus viene de encontrarse con Plutón en Capricornio así que no le teme tanto a la transformación y conoce muy bien su poder personal.
Escuchá a tu mujer salvaje, a la Diosa, a la Pachamama que recibe tu sangre una vez al mes. Ella es la que te hace latir el pecho cuando la nombrás o cuando caminás descalza en el césped.