Ser bruja es una declaración de principios y valores que te mueven, acerca de lo que elegís en la vida y también lo que rechazás.
Es una expresión de autenticidad porque nuestra naturaleza salvaje sabe cosas que nuestro intelecto no, y se trata de una cuestión del alma, del cuerpo, del espíritu. Es permitirnos ser canal de lo Divino y expresar todo eso que somos sin miedo, sin filtros, sin máscaras ni miedo a lo que digan los demás. Es superar el dolor de la herida de la bruja, que se invisibiliza para no ser quemada (con los fuegos de esta era) y animarse a ser visible siendo simplemente quien es.
Es un manifiesto de autoconocimiento porque cuanto más me permito aprender de una planta, de un planeta, de un animal, de un hongo, un alimento, de la energía o del silencio, más entro en contacto con mi propia naturaleza. Me conozco más cuanto más ritualizo mi cotidianeidad.
Es un acto de rebeldía ante los que prefieren que sigamos cargando con la herida de la bruja, haciendo rituales y magia a escondidas, lo que va de la mano con la colonización, porque los nativos de cada tierra colonizada no se avergüenzan de su magia, sino todo lo contrario. Somos los blancos, en términos generales, los que tememos apropiarnos de nuestro poder porque provenimos de esos mismos colonizadores, que son los que nos señalarían, criticarían, abusarían y quemarían en la hoguera. Es un acto de rebeldía ante lo ancestral heredado que hiere y recuperar lo que nutre, convirtiéndolo en aliado de nuevas tecnologías.
Es una manera de vivir alineada con los ciclos naturales, del cielo y de la tierra, del cosmos y de Gaia. Es escupirle a la cara a la productividad, al consumismo como forma de llenar vacíos interiores, es danzar con nuestras sombras en lugar de dejarnos dominar por ellas. Es hacernos amigas de los demonios que nos lanzan en lugar de intentar escaparles.
Ser bruja es una forma de recuperar tu poder. Es una declaración de soberanía, independencia, fuerza, resiliencia y conexión con Todo lo que Es.
Ser bruja es mi manera favorita de vivir y es ahora, a los 42 años, que puedo hacerme cargo de ello sin miedo a la visibilidad o a ser quemada en una hoguera virtual.