Cuando era chica no tenía un juego favorito, porque recuerdo vívidamente la sensación de elegir a qué jugar en base a lo que sentía ese día.
La recuerdo porque es la misma sensación-conexión que hoy en día me permite escoger de qué trabajar, en qué enfocarme, qué hacer -o no- en mi tiempo libre.
Desde bruja que tenía su propio idioma en código y hacía pócimas, hasta dueña de una agencia de viajes y de un barco en el que vivía; pasando por estar horas en la carpa de sábanas que mamá me había armado, o por sentarme a hacer bijouterie, armar la casa de las Barbies, escribir cuentos a máquina o cocinarle galletitas a mis abuelos, todo me sumergía en mi creatividad, alimentada sencillamente por lo que amo hacer.
Cuando llegué a Diseño Humano y me descubrí Generadora, entendí que estamos acá para hacer lo que amamos y que ése, de por sí, ya es nuestro propósito en el mundo. Porque amando lo que hacemos es que generamos energía magnética, una que nos sostiene y sostiene a nuestro mundo, explayándose.
De todo eso a lo que jugaba cuando era chica, un gran porcentaje terminó convirtiéndose en un trabajo o directamente en parte de mi identidad, y aprendí a respetar el ritmo de mis deseos, que salen de mí y no buscan que algo venga a llenarme, sino que sólo debo seguirlos, responder a ellos.
Hoy en día, cada vez que tengo que tomar una decisión -cualquiera que sea- le pregunto a mi cuerpo y a mi niña qué es lo que desean hacer primero, en qué enfocarnos. A veces elegimos lo menos placentero primero, para gozar lo que nos da mayor disfrute después.
¿Vos qué cosas disfrutabas cuando eras chica?
¿Cuáles eran tus juegos favoritos?
¿Sentís que hay una conexión entre eso y aquello que amás hacer en tu presente?
¿O sentís que es hora de recuperar ese contacto para sentir mayor vitalidad y energía?
¿Dejás salir a la niña a jugar?
¿Qué querés ser cuando seas niña?