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Luna nueva en Leo

Dicen que darte tiempo a vos misma es egoísmo.

Que cuando te ocupás de conocerte, sos individualista.

Que invertir en vos es una pérdida de dinero, tiempo, energía.

Y que permitirte probar herramientas, terapias o técnicas para amarte más, eso te distrae de la verdadera lucha que es colectiva.

Pero nadie te dice que conocerte a vos misma es comenzar a comprender el misterio que sos.

Que al hacerte cargo de crear tu vida, dejás de culpar a los demás por las cosas que te pasan y que estaban en tu control.

Que invertir en vos es la mejor inversión que podés hacer en tu vida.

Que al comprometerte con vos misma y con tus procesos, comenzás a amarte más y a abrir los ojos a cuán dormidas nos quiere el patriarcado.

Que al abrazarte entera, te hacés cargo de tu sombra y no se la cargás al inconsciente colectivo, entonces alivianás la carga inconsciente del mundo.

Que en todos esos procesos que te animás a atravesar, aprendés a valorarte, a poner límites, a decir que no con firmeza y a expresar tus SÍ con seguridad.

Que te das cuenta que quedándote chiquita no ayudabas a nadie, pero conociéndote te das cuenta de lo enorme que sos, y te atrevés a darle toda tu magia al mundo.

Elegís concientizarte de tus privilegios y usarlos a tu favor para crear un cambio personal que pueda expandirse a lo colectivo.

Al conocerte dejás atrás el qué dirán, el deber ser, el miedo a la crítica, la necesidad de ser extremandamente complaciente incluso cuando no querías serlo.

Al conocerte te permitís desprogramarte y, querida, vos y yo sabemos que a ninguna persona le gusta cambiar de piel por deporte, y que desafiar la propia estructura egoica representa una muerte segura.

Pero ahí vas, animándote a morirte para renacer, a desprogramarte para ser quien sos de verdad y no quien creías que tenías que ser.


Al respecto de todo esto, te puedo confesar algo.

Cuando aprendí e integré que la crítica es la herida del otro, que la soberbia con la que te pueden decir cosas no es mi problema, que las acciones malintencionadas pueden ser rechazadas y desviadas de mi camino si me encuentro en equilibrio, elegí no hacer más caso de ese tipo de energías. Elegí otra vía: la de responsabilizarme por lo que sí puedo escoger y controlar, que son mis pensamientos, mi palabra y mi acción, que nacen de mi naturaleza, de mi corazón.

Elegí tener el corazón abierto como un loto porque nadie que quisiera lastimarlo podría acercarse a alguien no tiene miedo a mostrarse vulnerable y sensible.

Elegí devolver las creencias, emociones, sentimientos, experiencias, energías, que no eran mías. Las devolví a mis ancestros, a mis amigos, a mis seres queridos, con mucho amor. Elijo hacerlo cada día, cuando algo no me pertenece. Porque me resulta sano ya no cargar con cosas que no son mías.

Elegí centrarme en mí porque es desde aquí, desde mi centro, donde puedo ofrecer mi mejor yo al mundo. Desde donde puedo ejercer mi tarea, mi propósito de ser, de existir y de gozar esta existencia.

Elegí sostenerme a mí misma primero, antes que nada, porque así y sólo así podré sostener y guiar a alguien más que me necesite.

Y elegí rendirme al servicio, a mi Divinidad.

Y cada una de esas elecciones trae consigo muchísima responsabilidad, compromiso y desprogramación para liberación, día tras día.

No es una vida iluminada (ya estaría en otro plano si tuviera todo re claro), es una vida desde el corazón rendido a su esencia más pura: el amor.

Y a esta vida la creé gracias a conocerme a mí misma.

Sé que me falta, pero ahí vamos, diría Cerati.

Aspectos técnicos

La Luna nueva en Leo se perfecciona el 28 de julio a las 14:55 hora Montevideo/Buenos Aires (debajo te dejo la imagen con otros horarios) y se da en conjunción a Ceres, mientras Venus está junto a Sirio y Lilith y en Tauro se unen Marte, Urano y el Nodo Norte. Qué combo, nociertooo?

El Sol está entre Ceres y la Luna. Los dos principios nutricios y yin, haciéndole sanguchito al principio yang. Si sumamos que Venus está junto a Lilith, las dualidades están a flor de piel.

Todo lo que busquemos gestar de aquí a seis meses, está fertilizado al máximo, sostenido por fuerzas creadoras que ya atraviesan un año maya guiado por la Luna y que, además, se abrió luego de una conjunción Luna-Venus, bajando al primer chakra para eliminar y purgar nuestro viejo sentido de seguridad (andá a Avalon a ver toda la info si aún no la viste).

Si de fertilidad y materializar hablamos, la energía de la triple conjunción en Tauro puede irrumpir tan fuerte en nuestra consciencia, como un eclipse. Y nos impulsa, nos activa, nos moviliza para crear, gestar, manifestar, concretar sólo aquello que nos hace sentido a nivel del Alma.

Nos abre al cambio, a la sorpresa, pero como con una navaja: el despertar ya es repentino, jugado, estamos tarde si no abrimos los ojos aún al cambio que necesitamos en nuestra vida. Corremos pero corremos con ansiedad, como es nuestra costumbre; pero ahora no hay ansiedad mental que valga: necesitamos actuar, ser disruptivas, animarnos al tajo que nos permite sangrar para bajar la presión.

Es dinámica, la Luna nueva. No parece tan calma como otras porque hay mucho a nivel interno e inconsciente que ya no se puede contener ni reprimir. Es hora de ver quiénes somos, de conocernos, de arrancarnos de cuajo etiquetas que nos restringen y de poder nombrarnos como realmente somos: divinas, sagradas, multifacéticas, únicas. Arrolladoramente poderosas.

Hay un rapto de la inocencia hacia el inframundo: Ceres se enfrenta a Plutón por el rapto de Perséfone, pero quizás esta vez ella en lugar de negociar, o de negarse a fertilizar la tierra, recupere el poder que le fue robado junto a la inocencia de su hija.
Tal vez hable de nosotras, atreviéndonos a ser “madres” -las propias- compasivas y poderosas, amantes y tempestuosas, soberanas de nuestra vida, que ofrecen nutrir y gestarlo todo con sabor a amor genuino y libertad.

Ya no podemos vivir a medias, amar a la mitad, cortar las historias de amor por temerle a los cuentos de terror.

Hay que saber abrir el corazón como un loto para dárselo al mundo y saber que se está protegida ante cualquier pretensión de rapto al inframundo.
Porque el amor, al fin y al cabo, siempre gana al final del cuento.

Y nuestra vida sólo es el núcleo, no el desenlace.

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