Hace 11 años que canalizo.
Te acabás de enterar porque siempre me dió vergüenza contarlo, y me escondí todo este tiempo detrás del “no, seguramente es mi mente” -incluso cuando sabía que no lo era-.
Otras excusas fueron:
-Van a pensar que estoy loca
-Se van a burlar de mí y criticarme
-Los que no me conocen van a creer que miento o que soy una chanta y me van a “meter en la misma bolsa” que un montón de falsos gurúes
-No me van a creer.
Y, ¿sabés qué está pasando mientras escribo esto?
Me doy cuenta de lo egoísta que estuve siendo todos estos años. Pero no para criticarme o culparme, porque sé que todo tiene su tiempo divino.
Es más bien porque no puedo permitirme más el lujo de esconderme y de guardarme estos dones y la manera en la que vivo, que sé que pueden ayudar a otras personas a encontrar su propia manera de vivir junto a lo Divino también.
Los miedos que yo pueda tener, además de limitar mi expansión, no son NADA comparado a lo que puedo lograr si me animo a ser yo misma.
Y ojo, no soy de las que te van a llevar por un camino de canalización como evasión de tus responsabilidades, ni como si eso ya fuera a darte todas las respuestas que buscás en la vida ni a decirte qué decisiones tomar para no hacerte cargo. Tampoco te voy a decir que hay que negar el lado oscuro (de la vida y de una misma) o que ya con esto te recibís de iluminada.
Canalizar es habilitar una de las capacidades naturales del ser humano, que suele estar bloqueada porque vivimos con el sistema nervioso desregulado y nos la pasamos tratando de explicarnos la vida con la lógica y el raciocinio.
Cuando estés dispuesta a ir más allá te sumás al Templo de la Iniciación, dentro de mi membresía Visionarias.