Era 2007 cuando mi amiga Carola me insistió para que me abriera un blog. Me resistí a la idea varias veces, hasta que aflojé.
Abrí el blog y comencé a escribir…y nunca más me detuve.
No sabía que ese estímulo iba a ser tan importante para el resto de mi vida. Gracias al blog no estaba descubriendo, sino recordando mi pasión por escribir.
En 2010 me compré “Mujeres que corren con los lobos” en medio de una crisis vincular. La mujer salvaje que dormía dentro mío empezaba a despertarse con ganas de salir corriendo y gritar y le puse ese nombre al blog.
Yo quería una vida así, salvaje. Mi alma anhelaba correr con lobos.
Escribir-me fue clave para encontrarme con y en el mundo, para descubrir que era un universo en ebullición listo para deshilvanar. Así me sentía.
Los lobos siempre me llamaron la atención por su vínculo leal entre ellos pero también su aullar a la luna, tan ancestral como mitológico.
Con el tiempo fui abandonando el blog, y cambiándolo por escribir más sobre astrología y menos sobre mí. Pero me dí cuenta que evitar escribir sobre mí limitaba mis propios procesos, entonces volví a llenar cuadernos a modo de diario íntimo.
El blog era mi terapia, mi vómito, mi lugar seguro donde podía expresar lo embrujada que me sentía, como una casa con un cuarto deshabitado pero lleno de fantasmas. Así me sentí mucho tiempo. A veces vuelvo.
Es parte de la nostalgia que me sana. No resistiré archivo, seguro, pero releerme me permite ver todo lo que crecí.
Cuando comencé a ir a la psicóloga mi premisa era clara: me quiero amigar con mi sombra. Me quiero querer entera.
Hace unos días volví a ver una ilustración que amaba, de una chica con un lobo detrás. Él estaba ahí, cuidándola, acompañándola, indefectiblemente unido a ella, inseparable.
Y entonces me ví: el lobo era mi sombra. Aquél arquetipo de mi mujer salvaje quería que me amigara con mi dualidad, que aceptara mi lado oscuro y dejara de negarlo.
Así fue como también ví que mi lado oscuro es naturalmente un sistema de defensa a nivel del pasado, pero también un amigo, un protector. Mi cárcel a veces, mi dualidad amplificada, pero también la mejor vía para saber quién soy.