¡Este sitio está experimentando algunos cambios este mes! Algunas funciones pueden estar deshabilitadas.

Gracias por su comprensión :)

Brillar

La zona de confort es como un acolchado que nos mantiene calentitas pero no nos deja mover de lo pesada que puede ser.

Le tememos a lo ordinario y rutinario de la vida pero nos quejamos cuando tenemos que cambiar.
Y aún teniendo urgencia de cambiar, preferimos la monotonía de lo seguro, porque es lo conocido.

Nos cegamos y estupidizamos scrolleando redes sociales sin buscar nada pero queriendo todo lo que nos ofrecen, porque no nos conocemos. Porque hacerlo es incómodo.

Nos negamos a mostrarnos porque estamos aferradas a todo lo que está mal en nosotros, lo que nos creímos que está mal, lo que los demás dicen que está mal.

No queremos hacernos cargo de nuestras pasiones porque nos avergüenza brillar a través de ellas, ser canales de esa magia que amamos.

No queremos subir una foto nuestra si no estamos perfectas como el algoritmo, la sociedad y el patriarcado dictan.

No queremos mostrarnos porque nos da pánico lo que van a pensar de nosotras.

Nos avergüenza vender lo que hacemos y nos quejamos porque no llegan clientes.

No queremos abrir nuestro corazón pero queremos que llegue alguien que nos de ese amor que no somos capaces de darnos a nosotras mismas.

Nos llena de miedo pensar en brillar porque siempre vivimos a la sombra de algo o alguien, nos da miedo ser magnéticas, nos aterra florecer y brillar de verdad. Porque todo eso es incómodo, nos llevaría a un camino de transformación que tememos que nos duela. Y porque le tememos al dolor, seguimos siempre encerradas en el mismo capullo, durante la única vida que tenemos, mientras el capullo se seca y nos va secando el alma también.

Tener miedo de brillar es tenerle miedo a la vida. Y pasa en la familia, en el amor, en la amistad, en el trabajo.

Siempre pensando más en lo que los demás podrían pensar de nosotros que ocupándonos de hacer lo que nos hace latir el corazón.
Porque para brillar no tenés que ser un ego andante, lo podés hacer con modestia, con humildad, con el alma.

Y si tenés un negocio, ¿te está dando vergüenza vender? ¿Te creés que molestás? Vender lo que amás hacer es darle tu corazón abierto al mundo, mi ciela, que nadie te haga creer que sos egoísta por ofrecer tu medicina única.

Compartir en

Más para leer