Entre tanto movimiento revolucionario astrológico, y tanta crítica a espacios relacionados a la espiritualidad -que con el tiempo se convirtieron en exclusivos para determinados estratos sociales-, me perdí.
Ser astrólogo e incentivar el despertar espiritual con herramientas no astrológicas parece ser un combo de la misma chantada. Mucho me sacudió y otro tanto me llevó a ocultarme, a sentirme chiquita, a buscar pertenecer.
Me cuestioné mis muchos privilegios, mientras también cuestionaba los ajenos; caí en la trampa de creer que el new age es todo lo mismo y que todos son chantas espirituales. Creí que la caída del gurú era dejar de consumir a aquellos “chantas” y en realidad la caída es la de mi propia gurú interior.
Porque yo no soy guía de nadie más que de mí misma. Si mi propia historia, conocimientos y sabiduría se tornan inspiración o resuenan para alguien, entonces ese es el camino, pero será sin creer que la etiqueta que me define en parte -con diploma o no- es lo que me da valor.
En todo esto, olvidé mi propia divinidad y tuve enojos con el concepto de lo divino. La injusticia social me atraviesa y sigo buscando respuestas numinosas que me cuesta visibilizar y expresar.
Sé que la búsqueda de justicia social se da porque no existe la justicia real. Pero nos desequilibramos en procura de cancelar gente que consideramos que no tiene que tener la exposición que tiene, intentando expresar el odio hacia todo aquello que no nos representa. Odiamos lo que repudiamos y lo que repudiamos nos está hablando desde adentro.
Entre mil máscaras y armaduras me escondí, señalando a la persona cancelada para no sentir que me estaba fallando a mí misma. Porque eso hice, me alejé de mi norte, de mi esencia y de mi coherencia por pertenecer a un escracho social.
Y un día decidí revelar mi esencia ante mi propia presencia y no menor fue mi sorpresa.
Soy todo eso que envidiaba, soy aquello que tienen las personas que me inspiran, soy la que atraviesa la sombra para encender su propia luz. Y si eso te sirve en tu camino, bienvenida/o a acompañarme.
Porque nadie está arriba de nadie, no importa cuán iluminada/o parezca o cuánta sabiduría y conocimientos parezca tener.
Con Venus en Cáncer todos queremos volver a casa. Volvamos al Alma, la casa que nos habita siempre.