Como humanidad, estamos muy acostumbrados a seguir reglas sin siquiera preguntarnos porqué están ahí, desde hace cuánto y si siguen siendo funcionales a la sociedad actual. Cuando Urano ingresó a Tauro, nos mostró que es necesaria una revolución en cuanto a estándares de belleza: todos somos bellos en nuestro potencial, no tenemos porqué seguir un molde. Urano llegó para romperlos.
Con la conjunción Saturno-Plutón en temporada de eclipses Cáncer-Capricornio, se nos insta -aún- a responsabilizarnos por esas normas que defendíamos sólo por mantenernos seguros y en una zona cómoda completamente incómoda; se nos pide romper y transformar lo que nos ata a conceptos patriarcales y arcaicos para crear en la realidad una nueva era.
Ahora, en temporada acuariana y a días de una Luna llena en el signo opuesto, Leo, se ilumina la información del inconsciente que nos hace caer en la realidad de la cantidad de conceptos, creencias y reglas que sosteníamos sin cuestionar.
“Mamá se casó joven así que yo también tengo que casarme y antes de los 30”. “Si no termino la facultad, tengo título y pareja, es que soy un fracaso”, “Si no tengo hijes no voy a realizarme nunca como ser humano”, y así miles de ejemplos, cada cual conocerá los propios.
¿Qué estamos haciendo repitiendo los patrones de nuestros ancestros en lugar de crear la vida que nosotros realmente deseamos? Repetimos porque no cuestionamos, porque es inconsciente y cuestionarse y hacer trabajo interno es doloroso.
La verdad es que lo doloroso es la resistencia a conectar con la profundidad de lo que sentimos. Porque una vez que nos abrimos a nuestra propia profundidad, una vez que dimos el primer paso, comenzamos a desmitificar un montón de creencias: “No hay que mirar en la herida/lo tabú/la oscuridad porque duele/está prohibido y serás castigado/es malo”.
Cuestionáte todo. Desde la cantidad de basura que desechás por día, pasando por las parejas que has elegido hasta cada suceso creado en tu infancia para tu aprendizaje, duela lo que duela. No podés seguir sosteniendo una personalidad que evita el contacto con el vacío que tanto anhela: nos atormenta el recuerdo de unidad con el Todo en aguas uterinas pero nos aterra la idea de conectar con el vacío, porque no sabemos estar con nosotros mismos, porque creemos que algo o alguien más siempre nos tiene que llenar.
Cuestionáte porqué hacés todo lo que hacés y si aún tiene sentido para vos. Creá tu vida en lugar de responder a lo que otros han querido -consciente o inconscientemente-que hagas con ella.