¡Este sitio está experimentando algunos cambios este mes! Algunas funciones pueden estar deshabilitadas.

Gracias por su comprensión :)

Sol conjunción Neptuno

Todos tenemos el anhelo de la fusión universal, en mayor o menor medida.
Todos extrañamos algo, o a alguien. Tal vez ni siquiera sabemos bien qué es lo que extrañamos, pero hay algo en el medio del pecho, algo que parece vacío pero que representa a ese anhelo de superación, de rendición. Un vacío preñado de trascendencia.

Neptuno y Piscis son las aguas que no se entienden, que se sienten, se vivencian. Si pensás mucho cuando nadás en el mar, te das cuenta de lo inmenso que es y de cuán fácilmente te puede devorar. Igual que las emociones, que si te inundan te ahogan pero si las negás, te pueden matar.

El gran problema de una conjunción Sol-Neptuno es su cualidad evasiva, la sombra que, siendo negada una y otra vez, busca placer o esa soñada trascendencia en drogas, alucinógenos, alcohol, medicamentos (las drogas legales). No habla esto de una experiencia de búsqueda de sanación sino de una problemática personal y social. La prohibición de aquellas plantas medicinales que más sanación representarían para nuestra psique, va de la mano con la limitación de acceso y recuperación del poder personal. A ningún gobierno le gusta un pueblo empoderado. Pero ese es otro tema…

La mayor ventaja de esta conjunción, es la apertura a la consciencia diaria de energías que, en otra instancia, son más difíciles de acceder, sentir o percibir. En el canal de Telegram les conté un poquito sobre cómo Neptuno representa aquella fusión pero antes de llegar a él deberemos atravesar a Quirón. Abrazar y amar nuestra sombra y a nuestras heridas para integrarlas al ego, dejando así de negarlas y permitiendo que nuestra verdadera consciencia dirija nuestra vida.

Hay energía que llega a la Tierra en estos momentos de una manera mucho más intensa y necesaria que antes. Que habitemos nuestros cuerpos y a este planeta desde el Yo Soy es mucho más urgente que antes.

Nuestros egos están destruyendo el único hogar posible que tenemos.

Conectar con nuestra divinidad es volver a casa

Ese deseo de fusión infinita, como si de volver al útero materno y divino, universal, se tratara, es el de sentirnos en casa nuevamente, enteras, completas. Es sentir que nada nos falta, que no debemos nada a nadie y que estamos bien, protegidas, rodeadas de amor y seguridad. Es un anhelo por un lado infantil -lógico y natural en la infancia- y por otro lado trascendental, espiritual.

Porque es nuestra alma quien anhela el contacto con su parte más inmensa y ahora olvidada -porque si lo recordáramos todo al nacer sería demasiado fácil el camino de vivir-. Lo que “nos falta” es recordar, poco a poco, que en realidad no nos falta nada. Que, si nos detenemos a escucharnos, a escucharnos de verdad, tenemos muchos seres que nos asisten alrededor pero especialmente SOMOS ese ser mágico que nos cuida y protege y hasta guía todo el tiempo: nuestra presencia Yo Soy, nuestro Yo Superior.

Pero, claro, para el ego se pueden presentar sombras en todo lo relacionado al espíritu, a reconocer que somos más que un cuerpo físico y una realidad material, y allí radica el desafío más grande que es el del equilibrio.

Una gran sombra -por citar un ejemplo- es la moda de la sanación, las brujas y lo espiritual, donde todo copia a todo y se pierde la esencia en pos de la búsqueda de pertenencia. Otras son las drogas, la evasión y el negacionismo.

Otra, es el narcisismo espiritual…

“Los narcisistas espirituales tienen una creencia inexpugnable acerca de lo despierto y único que es su propio ser, de sus logros y conocimientos espirituales, de su trabajo constante en pos de la iluminación. Esto les dificulta aceptar en serio su imperfecta humanidad y, por ende, tampoco pueden tolerar a otras personas, a pesar de dar una imagen de ser compasivos o sabios.
No advierten que el proceso de iluminación personal puede darse gracias a lo que le traen los vínculos a cada momento..
Cuando la idea central de una persona acerca de sí misma se basa en la creencia de que es un ser espiritual, podemos sospechar de que estamos en presencia de un narcisista espiritual.”

EcoAstrología, Vanesa Maiorana & Alejandro Luna

Nadie es más ni menos espiritual que otro, porque todos somos espíritu experimentando la materia. Volverte “espiritual” es sencillamente recordar quién sos, reconocer tu divinidad.
Recorrer un camino así es recorrer el camino hacia adentro, donde están todas las respuestas. Así que “ser espiritual” es despertar a la Consciencia Superior y permitirse ser guiado por ella. Ser espiritual ya somos todos, no es una característica de la personalidad.

Por eso es algo que no está en lo que decís, lo que leés, lo que mirás o no mirás. Está en lo que hacés, lo que no hacés, lo que ingerís, lo que rechazás, está en responsabilizarte de tu persona e intentar trascender tu ego y tu historia. Está en abrazar tu sombra por mucho que duela verla y reconocerla.
No está en los libros de Osho, ni en ir a la India, ni en hacer 354 retiros ni en probar todas las plantas sagradas. Está en retirarte vos, hacia vos misma, cada vez que te observás. Está en pausarte antes de actuar. Está en empatizar con la historia del otro, en comprenderlo como hermano, en aceptar que todo y todos estamos interconectados.

No es tu religión, ni las veces que vas a misa, ni perdonar lo que te hacen los otros cuando vos hacés cosas peores. No es seguir una doctrina. No se determina con palabras. “Ser espiritual” no es una moda, ni seguir a una persona que parece tener toda la verdad pretendiendo ser un nuevo Jesucristo.

Es recordar que vos sos la Verdad, que sos parte del mismo Universo, que sos Consciencia, y actuar en consecuencia. Es rendirte y que tu ego ya no te determine, sino que sea tu herramienta para vivir en la 3D.

La conjunción

La conjunción Sol-Neptuno en Piscis es anual (hasta que Neptuno se mude a Aries) y se perfeccionó en el grado 22°52′ del signo, a las 8:43 hs hora Uruguay del 13 de marzo. Lo hizo en trino al Nodo Sur en Escorpio y en sextil al Nodo Norte en Tauro, que a su vez conectaban con la Luna llenándose mientras transitaba por Cáncer.

El agua nos pide -siempre, como elemento y como símbolo- fluir soltando. Liberar, limpiar, desintoxicar, nutrir. El agua es necesaria para nuestro cuerpo y es parte de él, es el elemento que permite que toda vibración se haga carne y que nuestra sensibilidad exista.

En estos aspectos, que van a hablarnos hasta el 23 de marzo fuerte pero hasta que los planetas se vuelvan a encontrar también, nos están guiando a un norte definido.

Si se fijan bien en la imagen de la carta del evento, hay una figura formada por los aspectos con forma de cometa, de barrilete. De hecho, se llama cometa. La base es el NS en Escorpio, la guía es el NN en Tauro y asisten Sol+Neptuno en Piscis de un lado y la Luna en Cáncer del otro. Un trino de agua y dos sextiles agua-tierra. Es un montón.

Fluir no es sólo hacerlo con los eventos que la vida y nuestro interior va creando en nuestra realidad, sino también con aquello que quiere llegar a nosotros y no podemos recibirlo, escucharlo o siquiera visualizarlo.

Queremos controlar qué cosas buenas nos pasarán, cómo y cuándo. Si algo bueno llega como sorpresa puede ser demasiado desafiante, entonces mejor no, mejor me lo imagino antes. En Piscis también habita todo lo inimaginable, lo que escapa a nuestros sueños, imaginación y creativdad. ¿Qué más es posible en mi vida? No lo sé si no lo permito, porque tal vez no tengo la idea certera sobre qué deseo y qué no….

Para volver a casa tenemos que permitir que el agua lave todas nuestras heridas. Que el ego se silencie, que nos deje meditar para volver a nosotros. Es preciso encontrar y recordar a nuestra esencia para recuperarla (recuperarnos) y no tenemos que viajar a un templo para eso: a veces con el silencio mental e interior es suficiente.

Otras veces será necesario tener una guía, maestra/o o terapeuta que nos pueda llevar a abrazar nuestras profundidades para llegar a la paz interior. Pero de la manera que sea, volver a casa siempre es posible.

Piscis nos invita a abrazar lo inmenso de nuestro mar emocional, sentimientos, percepciones, intuiciones. Nos invita a soñar y a soñar alto, tan alto como el cielo y tan profundo como el mar. A recordar lo que soñamos durmiendo porque allí también hay misterios que liberar, que hacer conscientes.

Son días y es una temporada de sanación, de perdón, de alineación cuerpo, mente, alma y energía. Que todo vaya hacia el mismo lado y que nada haga fuerza para resistirse a la magia de la vida.

Porque eso es esto: pura magia intentando ponerse en acción en tu vida. Son las señales queriendo hacer entender por dónde es mejor dejarse llevar.
Mejor bajar las barreras y dejar que el agua luminosa entre, que nos inunde.

Total, si hace barro, algo puede crearse con él.

Compartir en

Más para leer