Recorriendo el camino tridimensional hacia el reconocimiento de que somos un Alma encarnada en un cuerpo,llegamos a Piscis y empezamos a ir hacia atrás en la rueda.
En Acuario descubrimos que somos muchos en la misma sintonía y que la espiritualidad se sostiene con respeto e igualdad. Rompemos patrones neuronales.
En Capricornio queremos bajar esa espiritualidad a tierra, al plano laboral incluso. Limpiamos información ancestral, nos reconocemos sabias.
En Sagitario, descubrimos un gran bloqueo: nuestras creencias. Comenzamos a observarlas y encontramos que son fuente de grandes decepciones y limitaciones. Se requiere salir de dogmatismos, de soberbia y de posiciones de “gurú”. Es momento de crear nuevas creencias.
En Escorpio, otro gran bloqueo: descubro que también soy oscuridad. Debo integrar mi sombra, animarme a comprometerme emocionalmente, despertar a mi Kundalini, para así pasar a Libra, donde me uno con mis pares observando mis proyecciones y cómo el otro es “igual” a mí, enseñándome todo el tiempo. Aprendo lo necesario del equilibrio.
En Virgo descubro que la espiritualidad en la Tierra implica consciencia con el cuerpo, alimentación sana, deporte, hablar con mis células, recuperar mi ADN.
En Leo, abro mi corazón y me permito ser vista como soy, sin máscaras ni etiquetas, brillando en coherencia con mi Yo Superior.
En Cáncer descubro que trascendí mi historia personal, mi infancia, mis recuerdos de dolores y de la mano de Leo, he sanado a mi niña interior que tan herida estaba. He cortado el cordón con mis padres y soy madre de mí misma.
En Géminis, me expreso sin filtros, integro la luz de la consciencia a mi canal de expresión y estoy en paz con mis hermanos y entorno.
En Tauro, mi anclaje es mi cuerpo pero yo no soy mi cuerpo, ni mis placeres: he perdido el deseo porque estoy a punto de iluminarme.
En Aries soy vida pura, unida en coherencia y consciencia con la Fuente, viviendo aquí en la Tierra. Estar separado ya no me duele: es mi manera de existir aquí y ahora, y lo hago con fiereza.
Soy mi propia guía y no necesito a nada ni a nadie más: estoy en paz conmigo, y ya no hay más batallas: he ganado la que tenía conmigo misma.