Me senté conmigo. Tuve que dejar de hacer todo lo que estaba siendo porque ya iba contando dos semanas con contracturas intensas que no se calmaban con nada.
Me senté a escucharme, a escuchar a mi cuerpo, a agradecerle los mensajes.
Entonces olí el rapé y sólo eso fue suficiente para silenciar la mente y cobrar claridad. Ni siquiera tuve que aplicarlo. Las plantas y la naturaleza son sabias, sólo nos llevan a recordar lo que ya sabemos dentro.
El primer mensaje fue el del texto de la imagen. Ese “No seas tan dura con vos misma” fue clave.
Enseguida ví cómo una bola de energía estancada estaba prendida a mi espalda: asuntos pendientes, otros ya vencidos, dolores y cosas que no resolví, otras que en general ya pertenecen a mi pasado pero que no me permitía soltar. Y empecé a respirar.
Salí al patio, hice ejercicios de la tradición andina que me enseñó la chamana adorada @patricia.bentancur.33 y apareció en mi mente un ejercicio de limpieza energética. Lo hice (la famosa limpia con huevo que hacen en México y Perú principalmente, si no me equivoco) y luego me bañé con miel. Cosa de viejas, diríamos. Pero es cuestión de creer o reventar.
Siendo tan dura conmigo (hola a mi Nodo Sur en Capricornio) nunca me dí la chance de “no responsabilizarme” de lo que me sucede. Supe que esa energía de mi espalda era exclusivamente mía, pero el resultado de la limpia con huevo es delator, denunciante.
Dicen que la envidia existe y para mí siempre fue algo muy egocéntrico creer que uno es “envidiado”. Tal vez es mi inocencia o quizás mi falta de confianza al respecto, que siempre digo ¿Y qué me pueden envidiar a mí?
La claridad empezó a responderme que pueden ser envidiadas las ganas, el ímpetu, la resiliencia, el optimismo, la fuerza interior, el conocimiento, la sabiduría, las experiencias, la vida misma, las cosas que al fin a uno más le gustan de sí pero también las que se olvida o las que no reconoce. Abrir los ojos a que hay gente competitiva, envidiosa y que para sentir que crecen en sus vidas, precisan que otros caigan, fue revelador. Que las hay, las hay. Sí, claro, Alejandra, que existe gente con malas intenciones. No seas tan naif por favor.
De verdad, no me la creo, vivo haciéndome cargo de la energía que emito y de la que atraigo. Pero ya no puedo seguir cegada. Sé muy bien quién es quién y estoy en proceso de validar mi magia, mi intuición inmensa. Ahí sí me la creo, ahí sí dejo de pensar “¿Será mi imaginación?” y valido mis visiones y sueños.
No seas tan dura con vos misma.
No tenés que hacerte cargo de lo que hacen los demás, pero sí de protegerte, poner límites, limpiar tu energía y seguir adelante cada día con mucha más fuerza que ayer. Porque ninguna persona que te mire “con malos ojos” va a poder frenarte.
Y siempre, siempre vas a seguir sanando y creciendo, más allá de todo.