¡Este sitio está experimentando algunos cambios este mes! Algunas funciones pueden estar deshabilitadas.

Gracias por su comprensión :)

Luna llena en Capricornio

No es casual: actualmente la imagen de la emprendedora es la mujer que no para, la que no tiene vacaciones, la que tiene mil roles en su emprendimiento, la que no puede terminar de disfrutar porque no tiene tiempo de descanso. Trabaja más de lo que trabajaba en relación de dependencia, incluso.

Pero, qué loco, cualquier hombre emprendedor es exitoso, y de hecho no muchos hombres se ponen al hombro ese título. Como si les diera vergüenza comenzar de cero, mostrarse apasionados por lo que hacen o demostrar que al principio también la tienen difícil, no ganan lo que esperan o también sufren. De repente hay una camada de hombres que tienen un negocio exitoso y te enseñan a vos, mujer emprendedora luchona, a ganar millones en diez días. ¿Nunca te llamó la atención esto?

No estoy hablando de todos, sino que sencillamente estoy hablando de mi mirada y generalizando, claro.

¿Por qué es que, incluso siendo infinitamente creadoras, creativas, poderosas, multifacéticas, multiapasionadas, y sabias, aún sentimos que remamos contra la corriente?

Porque el mundo no nos enseñó a hacernos cargo de nuestra energía activa.
Porque no nos enseñaron a valorarnos, a valorar lo que hacemos, a darnos tiempo de descanso, a reconocer nuestra energía única y a que conocernos en profundidad es la base de un negocio que funciona.
A ellos no les enseñaron que fracasar estaba bien, que ser sensibles o ir poco a poco no los hace menos “machos”.

También hay una especie de orgullo en explotarnos a nosotras mismas, en no parar, en mostrar todos los roles que ocupamos en nuestro emprendimiento y creo que ahí hay un gran detalle: una vez que emprendimos, le dejamos el nombre de “emprendimiento” a un negocio que no sólo tiene energía propia como ya les conté, sino que tal vez lo tiene todo para crecer.

Pero somos nosotras las que dudamos todo el tiempo de si sabemos, si podemos, si nos falta saber más, o aprender de marketing, o lo que sea. Nos quedamos chiquitas y miedosas en lugar de pararnos desde la sabiduría y el poder interno que tenemos, en lugar de decir YO CREÉ ESTO, SOY DUEÑA, DIRECTORA, JEFA, CEO o lo que quieras ser. Saturno, Capricornio, la madurez de la semilla que ya es una planta adulta.

Fijate qué sentís en el cuerpo cuando decís que sos emprendedora. Y qué sentís cuando decís que sos dueña de un negocio maravilloso.

Pararte desde tu niña interna te puede ayudar a jugar, crear y divertirte, a descubrir lo que te mueve y a conectar con tu creativiad. Pero una niña nunca puede ser dueña de un negocio.

¿En qué lugar vas a pararte? Desde donde lo hagas, es que vas a mover la energía.

Vayamos a lo personal

La Luna se ubica junto a Plutón en Capricornio y el Sol junto a Mercurio, Ceres y Lilith en Cáncer, al perfeccionarse la Luna llena a las 15:37 hs del 13 de julio.

¿Cuántas veces te quedaste enroscada en el dolor, justamente por haber querido evitarlo? ¿Cuántas veces racionalizás tus emociones?
¿Cuántas veces te permitiste fallar, fracasar, caerte?

¿Te permitís la pausa en tus procesos? ¿Te dejás caer cuando duele más sostener que transformarse?

Estamos en procesos profundos y capricornianos desde 2008, cuando Plutón ingresó al signo, y en 2020 todo se intensificó con la triple conjunción. Ahora que el planeta de la transformación está dando los últimos coletazos en el signo de la cabra con cola de pez, estamos cerrando ciclos en las casas relacionadas a nuestro Plutón natal, en la o las casas Capricornio y también en la casa donde se ubique nuestro Saturno natal.

No es fácil darnos cuenta de todas las creencias, mandatos, lealtades familiares y mecanismos de defensa con los que contamos, pero parte de animarnos a atravesar nuestros procesos para crecer y conocernos, implica que nos tenemos que romper. Nos tenemos que desarmar, desprogramar y animarnos a caernos.

La caída es ese momento en medio de un proceso donde necesitamos descansar la mente, dejar de racionalizarlo todo y sentir, reconocer, que estamos pasándola mal. Que necesitamos ayuda para volver a salir a la superficie porque solas no podemos.

Y está bien que no podamos solas.
Está bien que seamos dueñas de nuestro negocio y nuestra vida, pero no está bien que nos exijamos a un nivel poco sano.
Está bien adueñarnos de nuestra energía masculina pero no está bueno que nos carcoma hasta olvidarnos de descansar.

¿Qué sentís que estos últimos seis meses te pidió ser destruído para reconstruirlo desde un lugar más empoderado, siendo la soberana que sos de tu vida?

Nadie más puede escribir tu guión, ni tener la autoría de tu historia. Que, de paso, ya es hora de trascenderla.

Que la melancolía no te haga repetir el pasado sólo porque es lo seguro.

Y que tu necesidad de empoderarte no te haga olvidar de disfrutar.

Compartir en

Más para leer