A las 18:05 del 1 de octubre, se perfecciona la Luna llena en Aries en el grado 9°08′, en conjunción a Quirón, mientras Marte retrogradando en el mismo signo, sigue en tensa cuadratura a la triple conjunción y en trino al Nodo Sur en Sagitario.
No es una Luna llena fácil para el ego. Nada en el 2020 lo es.
La energía del planeta se está acelerando. Sentimos que el día dura menos horas cuando científicamente está sucediendo lo contrario, la rotación del planeta se ralentiza para permitir el cambio vibracional de Gaia.
Si el planeta gira más lento, tenemos mejores chances de absorber toda la energía que atraviesa el campo electromagnético y llega hasta nosotros. Las ondas de información lumínica cada vez son más fuertes e intensas, llegan mucho más cargadas que antes y nos ayudan a vibrar más alto. Los eclipses, los rayos del Sol, la luz de la Luna, todo nos transmite información. Nuestro cuerpo físico a veces necesita tiempo y pausa para aceptar los cambios vibracionales, para poder sentirse un poco más liviano. Somos seres muy densos en la 3D, es por eso que el universo onírico a veces nos aliviana tanto, porque nos hace contactar con dimensiones más sutiles, que con el cuerpo físico vibrando bajo en general no podemos.
Estamos sintiendo todo más intensamente, cada Luna llena nos atraviesa con su fuerza, sacando a la luz lo inconsciente, lo reprimido. Es la fase ideal para abrazar a nuestra sombra, para integrar nuestra natural oscuridad. Cada Luna nueva nos mete en la cueva para procesar el reinicio personal y colectivo.
Estamos viviendo un despertar masivo este 2020, que durará unos cuantos años más, pero este pareciera ser el trampolín hacia el futuro. Un futuro donde muchísimas cosas no pueden sostenerse más.
Así como la Gran Mutación de fin de año ya se siente trayendo la destrucción de viejas formas, de realidades que ya no pueden seguir siendo reales, Marte detona todo lo que sigue sosteniéndose a la fuerza. El señor está en su casa pero aunque esté retrogradando, lo que menos hace es estar dormido: todo el fuego reprimido sale a la superficie. Incendios generados para favorecer a la ganadería, un sistema capitalista que ya no puede más de arrollador y abusador con la naturaleza -y con nosotros mismos, dándole manija a la rueda- normas sociales que parecen venir del 1500, pretendiendo coartar libertades que en realidad a nadie molestan. Pero sí lo hacen, porque irritan al statu quo de la iglesia, del capital, del combo que siempre pretendió mantenernos en una caverna cual alegoría de Platón.
Se acabó la era de la ignorancia y de la superioridad de las creencias en que algo mayor nos domina, nos bendice o nos castiga. La Era de Piscis se va despojando de sus trapos más sucios este año. Nos deja mucha sabiduría y aún tela que cortar, nos deja una New Age que seguir cuestionando, nos abre la puerta a la sabiduría interior si aceptamos que el gurú de nuestra vida somos nosotros.
Muchos dicen que estamos ascendiendo, vibratoriamente lo es. Tus dolores de cabeza no son casuales, algo se está reajustando. Las hebras de tu ADN, tus células, tu sangre, todo tu cuerpo físico lo siente y necesita más descanso que antes, al menos hasta atravesar la gran ola.
Pero no es una aascensión new age pedorra, no nos vamos a otro plano a vibrar como Buda desde un lugar egoico de “yo ya me salvé”, porque para eso es que se va la Era de Piscis. Estamos bajando el cielo a la tierra, aprendiendo a lidiar con nuestra humanidad y nuestra espiritualidad al unísono, y destruyendo creencias al respecto de ser mejor que otros por tener un camino espiritual. Es hora de romper con esa mierda que también responde a un abuso de poder.
La ascensión no es física, es energética, es de nuestro espíritu. Es dimensional. Habla de saber vivir acá, en lo cotidiano (Nodo Norte en Géminis) como allá arriba, en la meditación o en el ámbito de conexión con una misma.
La Luna llena junto a Quirón, Marte en cuadratura a la triple conjunción en Capricornio y en trino al Nodo Sur nos piden que soltemos el ego, meten el dedo en la llaga, revuelven la herida que más nos duele. Quieren que salgamos de la zona cómoda, que dejemos ir esos dolores a los que nos aferramos como excusas, como bastones que nos sostienen en el victimismo. Que agarremos a machetazos esas máscaras soberbias, egoístas, aceleradas y competitivas, que sólo protegen a un ser vulnerable y sentimental que necesita abrirse en dos para salir a la luz, para tomar color. Porque la Tierra nos precisa abiertos y no estresados por nuestra antigua historia.
Tu pasado ya se fue, y vos no sos tu pasado.
Explotá todo lo que tengas que explotar porque no podés seguir sosteniendo tu historia si te está dañando. Llorá, preguntale a ese dolor físico o emocional qué quiere decirte, y dejalo ir.
Soltar los apegos y la ilusión de control son el mejor remedio para lo que resta de este año, y para lo que viene.
Feliz Luna llena de quemar todo lo que ya se murió. Quemá también a los fantasmas.