A las 00:28 hs del 30 de diciembre, se perfecciona la Luna llena en Cáncer en el grado 8°53′ del signo.
Venus ya está cayendo en el Nodo Sur llevando un deseo sagitariano, tal vez vincular, pidiendo que lo dejemos ir. Tal vez no tiene que ser, tal vez no es lo mejor para tu crecimiento en este momento de tu vida. Es necesario soltarlo para tomar claridad, ya que también se está cuadrando a Neptuno y si lo sostenemos, estaremos tensionándonos y haciendo esfuerzos que nos lastiman. Aflojá los hombros, liberá esa tensión. Dale, hacelo ahora mientras leés. Aflojá esa mandíbula.
El Sol está en trino a Urano, dejá de resistirle al cambio. El terremoto es inevitable.
De dónde venimos…
El 21 de junio pasado tuvimos un eclipse solar anular en el grado 00°21′ de Cáncer, que abrió la puerta de esta Luna llena: fueron seis meses de asuntos cancerianos (vinculados a esa casa de tu carta natal). Saturno ya había ingresado a Acuario en ese momento, antes de retrogradar, y Júpiter se encontraba en Capricornio junto a Plutón.
Durante todo 2020 la sombra colectiva fue un tema a observar, aceptar, integrar. Es ahora que sentimos que se ha hecho más grande -después de la conjunción Júpiter-Saturno- y que no nos queda otra que mirarla a la cara.
No es menor notar el retorno de Plutón que está viviendo uno de los países más dominantes del mundo, Estados Unidos, que no sólo fuerza la visibilidad de esa sombra colectiva, manipulada y abusadora, sino que también nos hace preguntarnos hasta cuándo vamos a seguir negándola y permitiendo que, por comodidad, los que ostentan el poder sigan abusando de los que no.
No es una Luna llena sencilla, nada lo ha sido este año. Como cierre, nos muestra que tenemos que estar agradecidos por haber tenido la fuerza necesaria para atravesar esta tormenta, y nos hace preguntarnos qué sentido tienen para nosotros nuestra familia, la estabilidad, el hogar, la patria. ¿Qué son para nosotros?
Al respecto de eso, recientemente en medio de un proceso, escribí:
“Estos días estuve filosofando sobre el significado de lo que para mí siempre fue la familia. Me dí cuenta que más allá de la sangre, y fuera de los dichos populares, uno cree que formar una familia es elegir a una persona, tener hijos y quedarse ahí para siempre, de forma inmutable. PARA SIEMPRE. Para siempre es un montón. Para siempre no incluye transformaciones, mutaciones, cambios. Creemos que el “para siempre” es que todo siempre sea igual, y no. La vida es un suceso de historias tras historias, de experiencias, de dolores y de felicidad. Nada está demasiado quieto mucho tiempo.
Caí en cuenta de que sí, hay gente de mi sangre que amo y elijo, pero otra que no. Y luego están esas personas que llegan a tu vida a marcarte, a acompañarte. Eso creo que es la familia: las personas del alma que elegís que querés en tu vida en ese “para siempre” de presente continuo, con la consciencia de que todo muta, se mueve, todo el tiempo. De que el vínculo puede no ser siempre el mismo, pero si hay amor y respeto, el cambio nos encuentra mutando juntes.
No idealizás ni proyectás con esas personas cosas para tu propio bienestar, sino para el bienestar y la evolución mutuas. Querés que el otro también crezca. A veces vas al mismo ritmo de crecimiento y otras no. Cuando hay destiempo, es porque hay que hacer procesos por separado…”
En resumen
Estos seis últimos meses han sido un tsunami, una inmensa ola emocional que nos pide que dejemos de pensar para vivir y sentir de una vez qué es lo que queremos crear en nuestras vidas. Porque no, en realidad no queremos lo que creemos que queremos, ni lo que el mundo dice que tenemos que querer. Lo que creemos también está viviendo sus cambios…
Hay algo más, siempre hay algo más. Sabremos lo que realmente queremos crear en la vida, para nosotros y para el mundo, cuando dejemos de pensarlo y nos animemos a sentirlo, a meternos la mano de verdad en el corazón, a reconocer que las emociones nos hablan pero que no somos ni ellas ni nuestros pensamientos.
Así podremos dejar de ser meros esclavos de las cosas que creemos necesitar para sentirnos estables, dejaremos de intentar sostener lo insostenible y descubriremos que cuando atravesamos la propia sombra -que forma a la sombra colectiva-, comenzamos a ser libres.
Cada ser humano haciéndose cargo de su propia sombra cambiaría al mundo de manera enorme y radical.
¡Feliz Luna llena!