En el ambiente familiar se valoraban el orden, la limpieza, la organización administrativa del sistema. Había determinada obsesión por el trabajo, miedos a enfermedades o carencias y mucha crítica, sobretodo ante lo que no se consideraba “perfecto”. Cuando cumplía su función designada, la persona era aceptada y querida.
“Mamá limpiaba todo el día, no recuerdo la casa sucia”, “La abuela no era demostrativa pero siempre me ayudaba con la tarea”, “En casa no se hablaba de sentimientos, analizábamos todo”.
Le da seguridad ponerse al servicio de otros, optimizar tiempo, espacio y recursos, buscar lo funcional, solucionar problemas y analizarlo todo. “Portarse bien”, obedecer las reglas, no ser infantil.
Le resulta complejo aceptar la abundancia en su vida -especialmente sin esfuerzo o trabajo desmedido y sufrido-, animarse a ser protagonista, confiar en su intuición y en todo aquello no visible, moverse en ambientes caóticos, creativos o desordenados, salir del orden prefijado y alterar sus rutinas.
Para hacerla consciente:
-Cuando surgen la crítica o la búsqueda de perfección, intentar el error brusca o artísticamente, o explorar otras vías para hacer las cosas.
-Ser servicial primero consigo mismo antes que con los demás.
-Tolerar lo irracional, lo no comprobado, el caos. Fluir con dinamismo, aceptar la incertidumbre para salir de respuestas automáticas.
-Desarrollar la autoestima, conectar con la abundancia para aceptarla y no conformarse con poco.
-Expandir los espacios en que se mueve, imaginar qué haría con mayores recursos sin ponerse “peros” acerca de la realidad.
Sus esencias florales Bach relacionadas son Beech, Elm, Crab Apple y Agrimony.