Ningún tabú se supera si seguimos escondiéndolo bajo una alfombra, evitando la confrontación que implica hacernos cargo de lo que nos hace vivir con un sistema nervioso alterado constantemente, en un loop de preocupación que nunca parece detenerse.
Seguir sin hablar de #dinero no es #saludable.
Hablar de dinero no te hace superficial, te hace responsable.
Le quita el poder que le cediste, porque per se, es sólo un puente hacia tu #bienestar y calidad de vida.
El dinero no te hace mejor ni peor persona. Pero tampoco define tu #valor, ni tu #merecimiento.
No tenemos educación #financiera ni se nos ofrece, porque sabemos bien que en este sistema temerle al dinero es lo que permite que los pocos de siempre sigan acumulando sus millones.
Cuanto más le tememos, menos libres e independientes financieramente somos.
Cuanto más nos encargamos de conocer al dinero, de abrirnos a cambiar nuestras creencias bases para tener otro tipo de “relación” con él, cuanto más encaramos nuestros gastos e inversiones de manera consciente, más fluída se hace la vida, porque no vivimos a sobrevivir, como suelo decir, sino que vinimos a VIVIR.
Que esa no sea la excusa de tus gastos desordenados, sino la consciencia con la que te animás a amigarte con algo mucho más simple de lo que pensás que es.
Sólo que nos hicieron creer que no lo es. Que es sucio, malo y complicado.
¿Y si dejás de enjuiciar al dinero? ¿Y si tuvieras otra manera de crear abundancia en tu vida, para vivirla y dejar de sufrirla?
¿Y si te dieras cuenta que la realidad material es reflejo de otras realidades que no atendemos o desconocemos? ¿Y si te atrevieras a mirar un poco más allá?
¿Y si te das cuenta que merecés una vida de calma y satisfacción?