Cuando leí “El Secreto”, me decepcioné bastante. Es un libro que utiliza como base una de las 7 leyes metafísicas universales para decirnos que podemos lograr lo que queremos, pero casi todos sus ejemplos son materiales y se olvidan de advertir que las cosas que deseemos deben ser con cuidado.
¿Qué quiero decir con esto? Que sí, que podemos obtener absolutamente todo lo que deseemos, material o no, porque tenemos todo el poder del Universo dentro nuestro, pero al mismo tiempo nos olvidamos de que nuestros deseos afectan a otros.
Por ejemplo: si yo deseo encontrar dinero en la calle, olvido que eso significa que alguien lo perderá.
Entonces, ese “detalle” que el libro y la película omiten, es desear “bajo la gracia y de manera perfecta para mí y para todo el mundo”, lo cual implica que mi deseo, al cumplirlo, se hará en equilibrio con los demás, sin dañar ni afectar negativamente a nadie más.
Esto es parte de la Ley del Mentalismo, una ley universal que plantea que todo es mente y que los pensamientos son cosas, los podemos materializar.
Lo que sí me dejó de bueno este libro, fue la idea de visualizar gráficamente todo lo que deseo, que es algo que también aprendí mientras estudiaba metafísica.
Comencé pegando en una cartulina todas las imágenes del tipo de vida que quería tener, la casa, el auto, etc…con el tiempo fui refinando mis deseos y armando mejores collages, sobretodo al respecto de mi crecimiento interno. Te recomiendo hacerlo del modo vieja escuela: tijera, revistas y pegamento. El cerebro trabaja de diferentes maneras cuando hacemos algo artesanalmente y de manera digital, y el primero es un modo más primitivo y directo de comprender lo que estamos deseando materializar.
Cada Luna nueva es una apertura energética. Es la época de sembrar, de iniciar, de comenzar a trabajar en nuestras intenciones de manifestar deseos, sueños, proyectos.
Aprovechar esta oportunidad para plasmar en papel lo que nos gustaría lograr (así sea en collage ode manera escrita, pintura, dibujo, etc…) implica comprender que desde nuestra mente se inician todas las acciones y se llevan a cabo a partir de nuestras manos.
Nacimos con la capacidad de soñar -y algunos bien en grande- así que eso significa que tenemos la capacidad de hacer de esos sueños una realidad. No sería justo que tuviéramos una imaginación o inspiración muy fructífera y no pudiéramos usar el arte como manifestación de ellas, por ejemplo. Soy una convencida de que no hay imposibles a la hora de concretar todo aquello que vinimos a vivir, pero siempre depende de cuánto lo deseemos, que el cumplimiento de ese deseo no le haga mal a nadie, y que lo trabajemos. Si además esa manifestación puede ir de la mano con quienes vinimos a ser -con nuestra misión de vida- entonces no cabe duda que será posible hacerlo realidad.
Para esto, primero tenemos que saber bien qué deseamos y armar una lista de prioridades: si yo quiero, por ejemplo, comprarme una casa para tener estabilidad, pero no tengo trabajo, entonces mi prioridad será entender mi deseo de estabilidad interna y conectarlo a mi capacidad de sentirme estable (comprendiendo qué significa eso para mí) y entonces conseguir un trabajo que me permita ahorrar, para luego comprarme la casa. No es sencillo manifestar un deseo de viajar a China si le tengo miedo a los aviones, porque primero tengo que sanar ese miedo, ¿se entiende?
Una vez que entendamos que todo deseo necesita una base emocional e interna que lo sustente, podremos desarrollar la idea principal y a partir de eso enfocarnos en lo que está a nuestro alcance, todo aquello que podemos hacer, con y sin ayuda de los demás. Los vínculos siempre suelen ser de mucha ayuda para concretar nuestros deseos.
A partir de esto, ya podemos poner manos a la obra y comenzar a buscar o investigar qué necesitamos para lograrlo. Si quiero mudarme de país, después de comprender todos los cambios emocionales que eso conlleva, lo siguiente será averiguar todos los trámites legales y requisitos necesarios. Organizar el deseo es una gran ayuda a la hora de hacerlo real.
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