El 8 de enero Venus abrió un ciclo de diez meses en Capricornio, mientras retrogradaba por allí.
Fueron meses de mucha desestructuración, destrucciones y quiebres tan fuertes, tristes y deprimentes, como necesarios.
Un ciclo acompañado de aspectos al Nodo Norte y Urano en Tauro, que más y más socavaban la idea de una vida cómoda, segura y estable de acuerdo a las normas sociales, y más impulsaron seguir las propias, o respetar esas normas ancestrales por deseo real y no por obligación.
Nos debilitamos, nos hundimos. Nos transformamos.
Ese ciclo llega a su final a las 18:17 hs cuando Venus y el Sol, en su danza divina, se vuelven a encontrar pero esta vez con ella en fase directa y en el grado 29° de Libra. Un grado mágico y complejo al mismo tiempo.
En diseño humano, hay 64 puertas, una por cada hexagrama del IChing y por cada codón de nuestro ADN. Y la puerta de Venus cazimi (también se le llama “cazimi” a las conjunciones planetarias con el Sol) es la puerta 50.
Este ciclo -hasta agosto 2023- nos desafía a reconstruir haciéndonos responsables, especialmente si eso nos aterra. Si creemos que no tenemos las capacidades para ser responsables, para cuidar a otros o abastecerles con recursos. Nos pone enfrente los mecanismos de defensa que nos hacen huir de compromisos serios, familiares y emocionales.
Los valores que emergen de nuestras memorias más ancestrales, están ahí como un legado de la #tribu para la supervivencia, pero no tienen que ser respetados ciegamente si el presente ya no es igual al pasado. Es hora de adaptarnos al tiempo actual y transformar los códigos y lealtades que provienen del pasado, no de seguir insistiendo porque “las cosas siempre fueron así”. Conservar lo viejo cuando intoxica nos enferma como sociedad.
Hagámonos cargo de los deseos que nos habitan, de los valores que queremos seguir sosteniendo y de los compromisos que sabemos que deseamos y nos hacen bien. Seamos honestos con los que buscamos y también con nuestros miedos.
La libertad vincular nace de la confianza y la responsabilidad, y las relaciones maduras son siempre sanas.
Que Venus te haga latir fuerte el corazón y decir que sí sólo cuando realmente querés hacerlo.