“En la época de los grandes matriarcados se daba por hecho que una mujer sería conducida de manera natural al mundo subterráneo bajo la guía de los poderes de lo femenino profundo. Tal cosa se consideraba parte de su formación y el hecho de que adquiriera esta sabiduría gracias a la experiencia directa era un logro de primerísimo orden.
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En los momentos más oscuros, el inconsciente femenino, es decir, el inconsciente uterino, la Naturaleza, alimenta el alma de la mujer. Las mujeres dicen que, en pleno descenso, se sienten rodeadas por la más lóbrega oscuridad, perciben el roce de la punta de un ala y experimentan una sensación de alivio. Notan que se está produciendo la alimentación interior y que un manantial de agua bendita inunda la tierra agrietada y reseca, pero ellas ignoran su procedencia.
El manantial no alivia el sufrimiento sino que más bien alimenta cuando no hay otra cosa. Es el maná del desierto. Es el agua que brota de la roca. Es el alimento llovido del cielo. Sacia el hambre para que podamos seguir adelante. Y de eso precisamente se trata, de seguir adelante. De seguir adelante hasta llegar a nuestro destino de sabiduría.”
Este párrafo de Clarisa Pinkola, del libro “Mujeres que corren con los lobos” (la señora biblia), habla sobre la alquimia interna, el proceso de conexión con nuestras profundidades de donde sacamos el poder -alimento- para seguir incluso en las más difíciles circunstancias.
La #Naturaleza es la madre de todos nuestros ciclos y es por eso que necesitamos tanto el contacto con ella: para recordar que somos resilientes, fuertes, poderosas, brujas que alimentan no sólo a su propia alma conociendo los ciclos en los que esto debe hacerse, sino que somos capaces de alimentar a alguien más, literal y metafóricamente. Para recordar que somos seres completos, que ya lo sabemos todo intuitivamente.
Nuestro instinto animal ruge, nos defiende, defiende a los que amamos y nutrimos, y nos alimenta.
Bajar a nuestras profundidades y resurgir con la fuerza para seguir es parte de nuestra sabiduría interior. Anotalo en el espejo