Comencé a trabajar con mi miedo a la crítica cuando me dí cuenta que me estaba limitando de hacer lo que más me encantaba por miedo a que dijeran que soy cosas que no soy, que las creyeran por lo que pueden interpretar de mí y de lo que hago, o que las dos clientas con las que tuve malas experiencias (entre más de 700) salieran a tomar venganza (?).
Sí, obvio que tuve malas experiencias. De clientas con las que no quisiera volver a trabajar y ellas seguramente conmigo también. Aprendí muchísimo de ellas: a tener contratos de mentoría privada, términos y condiciones en mis programas y cursos, políticas, etc, pero sobretodo aprendí de mí como ser humano. Y no, no me avergüenza decir que fallé, que me equivoqué. Porque sin esos errores no sería la profesional que soy hoy.
Aprendí a poner límites. A dejar de criticarme tanto a mí misma. A no criticar desde mi niña herida y madurar. A llamarme a silencio cuando alguien me quiere herir, reconociendo en ello la herida del otro. A reconocer que las críticas que me llegaban siempre tenían a alguien mala leche como denominador común y que aunque fueran verdad, hablaban de personas que no trabajaban en sí mismas.
Fui tan crítica en mi vida que me aterraba que fueran así de críticos conmigo.
Le tuve miedo a la crítica cuando estaba haciendo algo que me encantaba y me desconecté de eso para que no me comparen con la gente del mismo rubro con la que no coincido en principios y valores o que está metida en estafas piramidales.
Dejé de trabajar enfocada en ayudar a mujeres con sus negocios del alma y sus marcas personales porque me sentí presionada a cumplir con lo que se supone que todas las mentoras de negocios te ayudan a lograr: dinero.
Cuando en realidad me dí cuenta que el dinero es sólo una de las tantas consecuencias de llevar adelante un emprendimiento o marca, porque emprender te transforma la vida, te hace trabajar en todo lo que negás hace tiempo, te saca del confort de manera radical para que crezcas, porque sino te quedás estancada. Tenés que trabajar en tus miedos, en tus carencias, en tus propias limitaciones.
Y cuando trabajás en tu sombra, en eso que te quiere transformar la realidad, es ahí cuando aparece el dinero, las ventas, las clientas soñadas.
Estuve en un estado depresivo porque había apagado mi fuego por miedo al qué dirán de ese mismo fuego.
Por miedo a que “el público de siempre” se decepcionara de mí o dejara de resonar conmigo si hacía mucho dinero, cosa que igual no suelo compartir.
El año que hice casi 100K fue tan increíble que me asusté. Porque no quería que pensaran un montón de cosas que yo misma pensaba de la gente que tenía mucho dinero.
Estas palabras las vomito ahora, mirando al pasado y recuperando lo que realmente amaba de eso y combinándolo con la persona que me permito expresar que soy, la bruja que ayuda a las personas en sus procesos de transformación personales y de sus propósitos convertidos en marcas o negocios.
Recientemente alguien me dijo que soy una especie de doula de negocios, y sentí resonancia enseguida con eso.
Porque yo no te ayudo a crear un negocio desde cero: yo te ayudo a bajar a tierra tus propios dones, talentos y propósito profesional para crear una marca personal o negocio que transforme vidas, comenzando por la tuya.
No soy mentora de negocios, soy una mentora astrológica, de diseño humano y transformación personal.
Estudié Business Coach para alejarme de quienes te venden sólo su propia fórmula y poder abrir mi mirada para ayudar a cada persona a encontrar la suya propia, alineada con su impronta y esencia, lo que le permite tener una vida y un negocio mucho más simples, naturales, fluídos.
Soy astróloga porque no hay nada tan claro como la persona que ya sos pero no te animás a revelar por el mismo miedo a la crítica que tuve yo o por cualquier otro. No necesitás “tu mejor versión”, necesitás aceptar tu verdadera naturaleza y animarte a darle voz, a encarnarla, a expresarla.
Soy un perfil 6/3 con una cruz de encarnación de las máscaras: yo necesito la prueba y el error, ponerme las máscaras que me ayudan a profundizar en lo que amo, encarnar roles diversos e intentarlo todo, para encontrar qué me funciona y qué no. Eso le ahorra mucho tiempo a mis clientas y gracias a eso mismo es que puedo SER YO y tener mi propio método: entendiendo que me quedo con lo que funciona y lo demás, lo descarto agradeciendo el aprendizaje.
Si alguien tiene la misma capacidad de mutar que yo, la misma brújula que te guía por diferentes caminos porque ese es tu destino a experimentar, me va a entender. Sino, puede seguir de largo que el miedo a la crítica ya se fue por el caño.