Illuminatis que gobiernan al mundo, chips en las vacunas, la Tierra es plana porque la Nasa nos miente, y la lista sigue. Puedo nombrar sin repetir y sin soplar un montón de teorías conspirativas (conspiranoicas) y expresar sin problema a cuáles adhiero y a cuáles no.
Una teoría conspirativa es una teoría alternativa al respecto de un suceso importante para la humanidad, nacida de la desconfianza ante la historia “oficial” y es esa desconfianza la que nos lleva, muchas veces, al despertar de consciencia.
Pero hay un límite muy delgado entre el despertar y creer que todo es una conspiración. Es el mismo límite el que nos lleva a ser tremendamente egoístas al momento de tomar una postura en asuntos que involucran a gran parte de la población.
Léase usar teorías conspirativas en contra de la legalización del aborto (lo que lleva a esas personas a apoyar un statu quo creado por otra teoría -la del Nuevo Orden Mundial de los illuminati- y por ende al capitalismo y al patriarcado, porque lo que molesta es la libertad de elegir de la mujer de dejar de ser gestadora de mano de obra); o para oponerse a la aplicación de vacunas -poniendo en riesgo la salud de un montón de personas-; y para tantas cosas más que nos ayudan a evolucionar en libertad y en igualdad de condiciones.
Las teorías se activan cuando alguien siente miedo de perder su estatus social, su poder o sus privilegios. E incluso cuando sienten la necesidad de sentirse superiores: “tengo información privilegiada que te ayudaría a despertar”. Así, lo espiritual se opone a lo científico como si de nuevos Mesías conspirativos se tratara, en lugar de probar el camino del medio que, a mi parecer, realmente nos traerá la evolución: la unión entre ciencia y espiritualidad.
Hay teorías y hay límites.
No está mal creer en lo que nos hace bien. Lo que termina siendo nocivo es defender con ceguera y egoísmo lo que yo creo que es cierto sin pensar ni un segundo en la cantidad de personas a las que mi creencia pone en peligro.
Porque no todas las teorías conspirativas nos despiertan: algunas nos amenazan.
Y si me da la razón pero es peligrosa, la teoría no es más que una fantasía de mi ego para sentirse superior.
Yo creo…
- Creo en la teoría -que la ciencia está comenzando a confirmar- que dice que nuestro ADN fue modificado intencionalmente y que, por ende, provenimos de una raza fuera de la Tierra. Específicamente adhiero a la teoría de los Annunaki del planeta Nibiru y a las 31 otras razas que pusieron de su información genética en nuestro ADN. Por ende, no creo en la teoría darwinista de la evolución.
- Creo en los ovnis, en seres de otros sistemas estelares y de otras dimensiones. Y tengo pruebas al respecto, incluyendo una fotografía que me voló la cabeza cuando ví en la cámara lo que había captado. Creo y vivo en comunicación con seres de otros sistemas, dimensiones y con versiones de mí misma multidimensionales. Confío en eso porque lo vivo, sea que otros piensen que estoy loca o lo que sea. Ya ni me interesa.
- Creo en las abducciones e investigaciones alienígenas que se realizaron hasta el 8/8/1988 cuando seres protectores de la Tierra pusieron límites de acceso a la humanidad a quienes las realizaban, los llamados Grises o Zeta Retículi.
- Creo en una agrupación que intenta controlar al mundo, sin dudas, y que incluye a las personas más más más poderosas del planeta, vinculadas con reptilianos y otros seres que no sólo pretenden mantenernos en la ignorancia, sino sostener su poder en nosotros a través del miedo. No sé si son illuminati, masones, o qué.
- Creo que la Tierra es redonda como el resto de los planetas del Sistema Solar, creo en la gravedad y en que las fotos desde el espacio son reales.
- Creo en los guías, maestros, arcángeles y ángeles guardianes, pero también creo que jamás me dirán que haga o comunique algo que nos amenaza como humanidad o nos separa. Siempre hablan desde el amor y la unidad. Mi ego es el canal que comunica, solamente.
- Y mucho más que no viene al caso.
Todo esto lo podría explayar muchísimo, porque son cosas en las que creo y, sin embargo, poco a poco me estoy abriendo a sorprenderme. Mucho de lo que se ha movido con los eclipses Géminis-Sagitario fue parte de esto, las cosas en las que creía ciegamente y que ahora sostengo con un poco más de…pruebas, por decirlo de alguna manera. No pruebas únicamente científicas o de 3D, sino emocionales, lo que me dice mi cuerpo cuando pienso o leo algo al respecto.
Nuestras creencias nos ayudan muchísimo a sostener nuestra ideología, filosofía de vida y fe; y de hecho nos abren a nuevas creencias todo el tiempo. Pero si somos inflexibles, le tememos al cambio y sostenemos nuestra soberbia sólo para sentirnos superiores o “menos ignorantes” que el resto, entonces los que pretenden sostener el control se salen con la suya y nos siguen separando.
Mi intención al comunicar no es decir “esta es mi web y escribo lo que quiero”, porque de verdad quiero ayudar al mundo a despertar consciencia. Si me parara en el lugar del egoísmo intentaría convencerte de mis creencias exclusivamente, pero elijo invitarte a cuestionar las tuyas mientras también cuestiono las mías. Porque ganamos más en comunión -como humanidad-si somos flexibles. Y si nos aceptamos creyendo lo que sea que creamos sin que eso nos amenace literal y/o metafóricamente.
Para cristalizado y estructurado ya tenemos al statu quo que ha llevado al planeta y a nosotros, al estado actual.
Si queremos cambiar algo, debería ser más allá de la soberbia, del egoísmo y de las teorías que sostenemos para seguir separándonos. Porque al fin y al cabo, con eso seguimos inspirando miedo en lugar de abrir nuevas puertas para dialogar como comunidad, desde el amor y la búsqueda de respuestas en conjunto.
Si nos ponemos en contra unos de otros, si elegimos sostener y defender con uñas y dientes banderas que nos separan o ponen en peligro a los que no piensan como nosotros, somos más ególatras que “despiertos”.
Está bueno ser lo suficientemente humilde como para soltar la necesidad de tener la razón, y la de sentir que somos mejores que los demás por tener determinados privilegios.
O seguimos separándonos o nos unimos. Es nuestra decisión.