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Sol, Luna y ascendente

Ni el Sol ES el padre ni la Luna ES la madre.

Los planetas de nuestra carta natal representan arquetipos internos, imágenes definidas en el inconsciente colectivo que toda la humanidad comparte. Los entendemos instintiva y automáticamente, aunque podemos profundizar en ellos a consciencia, claro.

Tradicionalmente dicen que el Sol representa el vínculo con el padre y la Luna, con la madre. No casualmente, bajo el patriarcado mitológico que aún nos influencia, el Sol representa el brillo y las capacidades de actuar transmitiendo y emanando nuestra esencia, y la Luna todo aquello que representa el pasado, lo repetitivo, lo que hay que cortar. Como si tuviéramos que abrirnos al Sol y negar a la Luna. Siempre la misma historia: que la Luna se quede en casa haciendo sus labores, invisible, y el Sol salga a “traer el pan” y brillar en lo que hace.

El Sol representa energía activa pero también reposa. Reposa en sí mismo cuando está en equilibrio nuestra identidad egoica con la esencia que llevamos dentro. Y se expresa en movimiento pero también en quietud, en la seguridad de habitarse. Y se puede habitar gracias a la Luna.

La Luna representa energía más yin, pero que puede salir de la comodidad que estanca y no necesariamente tiene que acotarse a lo repetitivo y familiar, a la perspectiva del vínculo con la madre o al hogar. La Luna es el hogar del pasado (de la infancia, de otras vidas, del alma) pero también puede ser futuro.

La Luna es nuestro cuerpo emocional, el Sol nuestro cuerpo mental y entre ambos se tejen energías junto al resto de planetas que nos hacen ser quienes somos. Ellos nos tejen, nos construyen, pero ellos somos nosotros.

Y en ese camino, un signo asciende en el horizonte en la hora y lugar bajo los que tomamos nuestra primera respiración: el ascendente. Desafío y una especie de “destino elegido”, hacernos cargo de que somos tanto ese ascendente como el Sol y la Luna, nos completa. Somos todos los planetas, luces, sombras, complejos y energías de nuestra carta natal.
Con algunas nos identificamos más que con otras -porque al ego le encanta describirse- pero, aunque alguna no nos guste, que es natural, somos ese entramado complejo y completo.

Definirnos en un signo es simplificar a la astrología aunque es lógico que no todo el mundo quiera sumergirse en ella y elija sólo un poquito de guía y no el mapa completo. Y eso está bien, por eso me gusta hacer la guía por signos, porque alcanza a todo el mundo y no sólo a quienes quieren aprender.

Y si querés aprender, podés sumarte a la Travesía Astral que iniciamos en marzo. Y te aseguro que además de aprender, te vas a conocer y reír un montón. Porque sin juego y sin diversión ya hemos aprendido demasiado tiempo.

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