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Si sana una, sanamos todas

En el proceso de autoconocimiento y de sanación, tenemos que encontrarnos con lo que duele, lo que negamos y atravesarlo para integrarlo.

Últimamente en las sesiones se repiten muchos factores.

De por sí, todas las sesiones que tengo en el mismo día tienen puntos en común: la Luna en la misma casa, el mismo ascendente, aspectos repetidos… Esto me sugiere cada vez más que la casualidades no existen, sino que todos estamos conectados, en red.

La gran mayoría llega buscando un gran cambio: de trabajo, para tomar una decisión al respecto de un vínculo, para atravesar una gran iniciación como la maternidad o la independencia laboral, para encontrar la pasión y el propósito transpersonal, pero muchísima gente llega para conocerse mejor porque está en medio de un proceso de despertar de consciencia.

Mi mirada astrológica incluye a la genealogía prácticamente de la mano, y ésto me hace ver otros patrones que se repiten: los secretos familiares, las cosas “de las que no se habla” pretendiendo negarlas, y los abusos.

Casi siempre termino sugiriendo alguna terapia, y derivo a psicólogas, biodescodificadoras y a mi chamana de confianza.

Con esto quiero decir que muchas veces, en el proceso de autoconocimiento y de sanación, tenemos que encontrarnos con lo que duele, lo que negamos, hurgar en la mierda, descubrir secretos escondidos bajo capas y capas de abusos, abortos, pérdidas, y otros tantos asuntos familiares.

Y definitivamente siempre llego al mismo punto:

para poder amarnos “más y mejor” -por decirlo de alguna manera- es imperioso sanar el vínculo con la niña interna y trascender a nuestra sombra.

Psicológicamente a la sombra (eso negado, reprimido, lo que no nos gusta de nosotros, hay mucho sobre la sombra en mi web) se la tiene que integrar, y a la niña interna se la tiene que maternar, aprender a nutrir como si fuéramos nuestras propias madres. Niñas, niños, niñes interiores.

En todo proceso de autoconocimiento hay dolor que atravesar y trascender, y eso conlleva responsabilidad y paciencia.

Estamos en un momento en que -más allá de los géneros- estamos despertando a la diosa, a la energía que nos ayuda a recordar nuestra esencia, lo que verdaderamente somos.

Somos una red, una gran matriz donde todos estamos interconectados. Al responsabilizarnos de nuestros propios procesos, de lo que nos toca, si sana una, sanamos todas.

Venus en Cáncer se encuentra en trino a Neptuno en Piscis: ideal para conectarse, meditar, sanar, perdonar y mimarse mucho.

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