Antes de encarnar, nuestra alma se comprometió a diseñar acontecimientos en nuestra vida, que disparen códigos de luz que activen nuestros recuerdos sobre el contrato energético firmado antes de encarnar. Pero cuando nacemos, lo olvidamos todo.
Cuando comprendemos que nuestra existencia tiene un Propósito Divino, algo más grande de lo que podemos imaginar, ponemos en marcha estos códigos olvidados para comenzar a actuar al respecto de ese Propósito.
La humanidad como raza sufrió una gran crisis hace alrededor de 300.000 años. Los humanos existían como dioses, con un ADN que contenía doce hélices (en lugar de dos como ahora) y que era el activador de lo que podríamos considerar superpoderes. Éramos super humanos sin limitaciones y con todo nuestro potencial multidimensional activado.
Como la Tierra es un lugar de experimentación del libre albedrío dentro del Universo, hace 300.000 años llegó una raza con no muy buenas intenciones: querían el oro de la Tierra, porque de él está conformada la atmósfera de su planeta en 4D, para sobrevivir. Y llegaron, vieron que no éramos dóciles…y comenzaron a experimentar. Nos quitaron diez hélices de ADN, se mezclaron genéticamente con nosotros y crearon una nueva raza, el homo sapiens, el que podrían dominar para excavar sus minas y para no luchar contra ellos. Los vimos como dioses y nos hicieron esclavos.
Nos introdujeron la historia bíblica, tergiversaron la vida -y sobretodo la muerte- de Cristo, se impusieron como salvadores cuando en realidad lo único que hicieron fueron limitarnos e infundirnos miedo, porque así todos podemos ser controlados fácilmente. Empezamos a creer que los que venían del cielo eran superiores y comenzamos a adorarlos. Introdujeron dioses y diosas a los que temeríamos para obedecer y un conjunto de ellos formaría lo que hoy en día se conoce como el dios de la iglesia. Este grupo de seres, provenientes del planeta llamado Nibiru, son los Anunnaki, creadores también de los seres que pueden conocer como reptilianos.
Así que sí, éramos dioses haciendo de esclavos, como dice la canción.
Estos seres crearon todas las fuerzas de control que nos infunden miedo: los medios, la política, las religiones, las sectas…el patriarcado. Todo lo que separara a la humanidad entre sí iba a ser funcional para sus objetivos.
Pero ya no podemos seguir obedeciendo, ya no somos dóciles. Con este cuarto creciente lunar en Piscis, podemos comenzar a recordar que somos parte de la Familia de Luz que tiene como objetivo destruir el sistema patriarcal y adorador de dioses actual, para recordar que todo el poder se encuentra dentro. Para retomar el contrato inicial que dice que venimos a recuperar a la Tierra y a llenarla de amor, erradicando los controles y el miedo.
Tu Propósito Divino tiene una función en el planeta que requiere que olvides la idea de quién creés que sos, que rompas limitaciones y que te desidentifiques con todo lo que te bloquea o encierra, porque necesitás recordar para qué regresaste a la Tierra. Tu trabajo, tu vocación, IMPORTAN. Son necesarias. Sos necesario en este momento del planeta y es urgente que des todo desde tu corazón para cambiar la situación actual: el humano ha sido tan bien controlado que terminó por arruinar el planeta siguiendo su ambición de recuperar un poder que no recuerda haber tenido de manera consciente, pero que por dentro, inconscientemente, en su memoria reptiliana, lo sabe muy bien.
Por eso, lo que importa en realidad es que trasciendas tus miedos -aunque hay miedos de supervivencia que es lógico que estén ahí- y que sigas a tu deseo, a tu corazón, ante todo lo que lo haga latir fuerte, lo que te haga vibrar. Porque eso es lo que viniste a hacer y no estás solo, nunca. Somos un montón y estamos juntos.
Bienvenido a comenzar a hacer memoria. Bienvenido a la Familia de Luz, los rebeldes destructores de sistemas de control.
Tu columna vertebral tiene muchas claves, tus doce chakras también. En breve te cuento más.