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No vemos a las cosas como son, sino como somos.

Si no podés dejar de criticar la sombra ajena, es porque es la tuya.

No vemos a las cosas como son, sino como somos.

Esta frase, atribuída a Krishnamurti, revela que somos seres subjetivos y que nuestra perspectiva de las cosas y de los demás, depende de nuestra historia, condicionamiento, creencias, etc.

No somos seres objetivos y mucho menos en vínculos.

Al sentir dolor, el mecanismo automático es hablar desde la niña herida, en posiciones victimistas donde el otro siempre es el malo, el dañino o “el tóxico”, como si eso nos eximiera de nuestros propios venenos.

En la visión de la niña herida todo se exagera, se hace enorme y el otro, que tal vez sólo hizo algo que no me gustó, se convirtió en el peor de los monstruos, y ahora es víctima, sí, pero de los venenos que de la herida desbordan.

Una de las cosas que más nos cuesta es abrazar lo que detestamos de nosotras mismas, mientras lo proyectamos en los demás todo el tiempo, tratando de salir ilesas de nuestros propios mecanismos. Y eso nos hunde cada vez más en el odio, la bronca, el desprecio, que son capas que ocultan al dolor que se hace insoportable cuando se lo niega.

Hablar mal de los demás fue un mecanismo que viví por mucho tiempo que, cuando comencé a abrazar, me liberó de muchísimo dolor y pesadez. Salió el Sol cuando empecé a mirar a mi sombra, en lugar de mirar la de los demás (que era la mía, já)

Hoy en día sé lo que atraviesa quien precisa tirar veneno al otro, ensuciarlo para sentirse mejor. Sé lo que duele sentir culpa, que fallaste, que te hirieron, que no te gustó lo que te dijeron/hicieron, o mirar lo que despreciás de vos misma. Conozco la necesidad de catalogar y etiquetar a los demás para creer que los conocés, que “les sacás la ficha”, cuando en realidad no sabés nada porque temés ver hacia adentro. Lo sé porque me animé a entrar en la cueva donde todo fue peor que una película de terror.

Y ahí encontré un tesoro: la liviandad que trae hacerte cargo de amarte a vos misma y dejar de culpar al otro por tu dolor. Abrazarlo es trascender tu propia historia.

Si no podés dejar de criticar la sombra ajena, es porque es la tuya.

Hoy se perfeccionó el cuarto creciente en Escorpio. Si la sombra se hace grande, no la empujes, hacete amiga.

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