Muchas personas desde la infancia o adolescencia sienten una añoranza sobre otros tiempos, lugares y/o espacios, y pasan mucho tiempo hasta saber -si es que lo saben- que lo que extrañan es la unión con la Divinidad, o una vida pasada, o su origen en otro sistema estelar. No es fácil “quedarse” en la Tierra o anclarse cuando se extrañan otros mundos (o el otro mundo) y mucho menos cuando las memorias se activan.
Sin embargo, es usual que al ir abriendo los ojos a la propia espiritualidad, también llegue la sensación o la necesidad de servicio. Allí nos damos cuenta que es por algo que estamos aquí, encarnados en este planeta, y como guardianes de Gaia tenemos, cada cual, tareas que cumplir.
Se llame propósito del alma, o como deseen, estar vivos y masterizar las tercera y cuarta dimensiones de consciencia es la tarea de cada día. No hay un lugar adonde retornar mientras estemos aquí ni hay una misión que buscar: hay que aceptar, con amor, el aquí y el ahora para habilitarnos la experimentación de todas las vivencias que vamos eligiendo atravesar. Y acompañando esto, vamos despertando y recordando dones que nos guían hacia nuestra vocación terrenal.
Para esto, para anclarse a la Tierra, les dejo esta meditación. Espero que la disfruten mucho, ¡seguro que hasta surgen recuerdos de otros tiempos!