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Luna nueva en Aries

Como Prometeo entregando el fuego de los dioses a la humanidad, el fuego del espíritu y la sabiduría se nos ha dado para salir de las tinieblas en las que nos encierran los sistemas de poder y nuestros propios miedos al respecto.

La primera Luna nueva de este año astrológico se perfecciona en el grado 22°24′ de Aries, a las 23:30 hs (Uruguay/Argentina/Chile) del 11 de abril.

Como Prometeo entregando el fuego de los dioses a la humanidad en el cuadro de Friedrich Heinrich Füger que ilustra este artículo, el fuego del espíritu y la sabiduría se nos ha dado para salir de las tinieblas en las que nos encierran los sistemas de poder y nuestros propios miedos al respecto.

Prometeo, el liberador

El titán Prometeo tiene su origen en la mitología sumeria y es identificado como el dios Enki, que desafía a su hermano Enlil (quien en Grecia sería Zeus y en Roma, Júpiter) entregando el fuego de la sabiduría a los humanos, para que dejaran de ser esclavos de los dioses y descubrieran así su propio fuego divino interior.

(No es menor notar que la palabra Zeus es el origen de la palabra Dios que usamos actualmente en español)

Enki, para los hebreos que luego escribirían el antiguo testamento, es a quien le ponen el mote de “ángel caído” (también conocido como Lucifer, cuya etimología significa “portador de luz”) porque claro, desafía al dios al que ellos llamarían Yahveh (es decir, Enlil, quien prefería seguir teniendo la soberanía sobre la humanidad).

Lucifer como un dios malvado, tirano y enemigo del verdadero dios, podemos comprender, es una invención de los que comenzaron a tejer las religiones occidentales.

El famoso evangelio que predicaba Jesús era el de la libertad mental y espiritual, y ni siquiera estaba de acuerdo con la creación y sostén de las religiones. Sus palabras fueron tergiversadas (como si se tratara -en la biblia- de un rejunte de malas memorias al respecto, haya sido causal o intencional) para el favor de quienes ostentan el título de ser “su institución representante”.

Los textos de la antigua Mesopotamia muestran la tiranía de Enlil pretendiendo controlar a la humanidad desde la ignorancia -junto a otro dios llamado Anu- y sin embargo han sido manipulados y tergiversados para mostrar a Enki -nuestro liberador Prometeo- como esa figura diabólica.

Concretamente, podemos deducir que el diablo como un ser tal opuesto a la divinidad suprema (le llames como le llames), no existe. Existe, sí, en esta Tierra de tercera dimensión dual, el mal, ya que sin él el bien no sería posible. Sin embargo, sea que existen determinadas entidades relacionadas a lo que identificamos como “mal”, o no, estarán siempre vinculadas a controlarnos desde el miedo y la ignorancia. ¿Casualidad? No lo creo. Ya podemos suponer quiénes ocupan esos roles con esta pequeña introducción a esa larga historia (en estos artículos te cuento más sobre esto; AQUÍ, AQUÍ y AQUÍ).

Recordemos que Aries es el signo que representa el origen, así que no está de más recordar de dónde proviene nuestra historia.

Todo esto siempre me deja pensando… ¿y si desestructuramos de la astrología lo que siempre supimos y miramos, por ejemplo a Júpiter, con otros ojos e incluímos a Prometeo en nuestra interpretación? Además de que siempre se me antoja integrar más asteroides de diosas para equilibrar un poco este panteón astrológico tan patriarcal…

Aspectos técnicos

El fuego, como primer elemento de la rueda zodiacal, siempre se me hizo relacionado a ese fuego prometeico, liberador. No sólo es el acto del nacimiento y la encarnación del deseo y la energía, sino que es la sabiduría hecha carne, el conocimiento bajado a Tierra.

Esta Luna nueva se perfecciona con el asteroide Prometeo junto a Urano en Tauro, el otro gran liberador. El Sol y la Luna están junto a Venus, regente de esa conjunción taurina.

También se encuentran en sextil a Júpiter en Acuario y a Marte -el regente del evento- en Géminis. Están en cuadratura (Venus casi exacta) a Plutón en Capricornio.

Pues bien: el fuego definitivamente es liberador. Luego de la historia inicial podríamos ver a Júpiter como “el malo”, cuando es únicamente un planeta que representa un arquetipo de nuestra historia, pero que además contiene múltiples niveles dentro de sí mismo.

Tal vez liberarnos de nuestros propios deseos egoicos sea parte de comprender que, internamente, hay deseos del alma que complacer, que sostener, pero que ignoramos por no escucharnos lo suficiente.

Esos son los verdaderos deseos que harán que todos nuestros actos lleguen energética y literalmente, a lograr cambios en el mundo en que vivimos.

Si la meta de la humanidad -actualmente hablando- es sostener a Gaia en su evolución hacia la quinta dimensión, y llegar a vivir de manera igualitaria con equidad y justicia, no lo haremos elevando nuestra energía sólo para ascender en vibración de manera egoísta, sino compartiendo ese fuego, esa sabiduría que estamos desarrollando.

Este fuego inicial, que abre el portal de esta Luna nueva, no puede ser exclusivo para quienes tengan el privilegio de acceder a él. Sino que todos somos el Prometeo de alguien más: llevar tu pequeña chispa, donde sea que vayas, puede encender tremendas hogueras de sabiduría.

Que así sea.

¡Feliz Luna nueva!

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