Desde todo lo que aprendí en mi vida, fui creando mi sistema de creencias, aceptando como “válido” todo aquello que me inspiraba confianza y que experimentaba como verdadero. Fui muy dogmática y lo estoy viendo claro ahora, cuando reconozco y comprendo que cada camino espiritual es diferente, que nadie tiene una receta mágica que funcione para millones. Y si te lo prometen, suele ser mentira para simplemente hacer dinero.
No es mi intención que mi verdad personal se convierta en un dogma ni decirles que la cosa es así y listo. Mi intención es poder ayudarles a obtener un poco de claridad en un mundo tan confuso y guiarles, en lo posible, a despertar su consciencia a las posibilidades que tienen en sus vidas, y a que no todo el mundo puede acceder a ellas. Despertar es salir de un lugar egoísta donde todo lo quiero intencionar y crear para mí, para hacerlo para todo el mundo. Mi intención es que se cuestionen hasta sus propias verdades para poder descubrir lo realmente verdadero, que se encuentra dentro.
Los grandes autores que develaron lo oculto
Diferentes autores que leí transmitían un conocimiento similar entre sí, con una base en común: somos co-creadores de todo lo que sucede nuestras vidas, es decir, creamos nuestro destino de la mano con la energía del Gran Espíritu, Fuente o dios. Consciente o inconscientemente, atraemos lo que necesitamos para aprender, crecer y evolucionar en nuestro camino, cuya meta al fin y al cabo siempre es retornar al Espíritu, a sentirnos Uno con el Universo.
Los libros y autores que más me han llevado a probar empírica y energéticamente su conocimiento intelectual, son bases históricas metafísicas y energéticas, ahora llamadas “cuánticas” (porque se ve que da un poco más de crédito). Entre ellos se encuentra la piedra fundacional que es El Kybalión, de Tres Iniciados, que resume las siete leyes herméticas que son las bases de la energía del Universo.
Autores fundamentales de los que aprendí muchísimo son Conny Méndez, Louise Hay, Drunvalo Melchizedek, Barbara Hand Clow, Barbara Marciniak, Madame Blavatsky. Puedo sumar a muchos más como Deepak Chopra y Eckhart Tolle, por ejemplo, y aún así me quedo corta. Pero todos ellos son las bases fundacionales de mis creencias y sin embargo no soy 100% “fiel” a ninguno. Porque me gusta sentirme, escucharme y canalizar mis propios mensajes también, además de tener un pensamiento independiente a cualquier figura humana. Endiosarnos entre nosotros nos hace perder el poder que tenemos como individuos, y a veces también mucha plata.
El movimiento “autoayuda”
Una gran cantidad de oradores espirituales y de autoayuda de la actualidad lo que han hecho es tomar lo que han compartido estos autores, sumarle información de libros sagrados (la Biblia es el ejemplo más usado) y de Un curso de Milagros, y mezclar todo junto en forma de batidos para vender sus propios cursos, libros y hasta sagas de libros incluso, donde te obligan a comprarlos todos si querés tener abundancia, por ejemplo. Cursos que valen cientos o miles de dólares te garantizan que, al terminarlos, podrás manifestar toda la abundancia en tu vida. ¿Qué es lo que más vende? La promesa de ser millonario. Y la otra es la de sanar.
Claro que los que se hacen millonarios con esa promesa, son ellos. Una cosa es ponerle valor a tu trabajo, lógico, para vivir de la manera deseada, pero otra es el abuso sólo para cumplir la propia ambición de tener más y más.
¿Te acordás del libro y la película “El Secreto”? Pues no era secreto en realidad cuando fue publicado.
Lo que hicieron fue tomar la Ley del Mentalismo de Hermes Trismegisto, y reducirla a un sencillo mensaje: “podés tener todo lo material que quieras”, porque lo material nos da felicidad y seguridad, ¿cierto?
Bueno, aquí no te enseñaban nada sobre el libre albedrío, sobre lo peligroso que es intencionar algo material sin haber hecho trabajo de consciencia primero, sobre el egoísmo de pedir siempre para mí y de, además, tener la ambición de ser millonario por el simple hecho de serlo y ostentarlo, cuando ni siquiera sabrías qué hacer con todo ese dinero. Declararon la guerra al elitismo desde un lugar exclusivamente elitista. “Voy a ser como vos, empresario multimillonario, pero no voy a trabajar para eso, sólo intencionar y hacer mi tablero de visualización”.
¿Entonces intencionar no funciona?
No estoy diciendo eso. Intencionar, visualizar y crear listas de intenciones en Lunas nuevas, por ejemplo, son un hermoso ejemplo de cómo somos co-creadores en el mundo tridimensional. El asunto es que no conozco a nadie que haya intencionado: “quiero ser millonario para donar 3/4 de mis ganancias”. Nos han hecho creer -y tomo mi parte de responsabilidad porque sé que fui una de esas- que podemos crear y manifestar todo lo material que deseemos, la abundancia que anhelemos, intencionando y visualizando, haciendo el trabajo diario que eso implique y ya. Además, para intencionar con sabiduría es preciso conocer las siete leyes herméticas y entender cómo funcionan, por eso El Kybalión es el inicio de todo.
Pero no hay ritual, ni deseo de Luna nueva al respecto de la abundancia que funcione, si estamos viviendo desde una posición de miedo y egoísta, pensando que “abundancia” es sinónimo de dinero y sin tener consciencia de lo que el sistema económico es. Ningún ritual te va a funcionar ni aunque quemes un árbol entero de canela, cítricos y laurel, a menos que te hagas consciente de tus propios patrones y creencias internas respecto al merecimiento, abundancia (también de amor, vínculos, trabajos, experiencias, etc) y amor propio, que van de la mano.
No existen las recetas mágicas. Para tener lo material que deseás, primero hay que superar miedos, integrar sombras, enfrentarse con la propia oscuridad. Para que cuando veas a alguien que está atascado en el mismo lugar donde estuviste vos, sepas con qué herramientas ayudarle. Porque no se trata de hacerse millonario en realidad, se trata de aprender a manifestar para DAR, así sea transmitiendo el mensaje y tu experiencia, haciendo trabajo voluntario, donando lo que no usás, etc. Uno debe trabajar de verdad en sí mismo y luego ser lo suficientemente generoso como para dar todo eso, en la forma que sea, hacia el mundo.
De paso: nadie es toda luz y nubecitas de amor, si te venden eso te venden la mitad del paquete.
Ah, entonces me tengo que superar para ayudar a los inferiores a mí.
Dios, no. Me cansé de leer personas que creen que aprender algo y crecer es dejar atrás a otros, que tener dinero los hace superiores a los que tienen menos o que quienes viven en la indigencia directamente son inferiores al resto. Es patético, humillante y CERO humano-espiritual. “Ser espiritual” en realidad ya somos, no tenemos que convertirnos en nada. Pero cuando decidimos encarnar aquello que elegimos antes de nacer (Nota: elegimos qué tipo de aprendizaje, no la manera en la que lo aprenderemos) de por sí implica reconocer que somos seres espirituales manifestados en la materia y que:
1- caminar un sendero hacia el Espíritu no implica ignorar y desapegarte de lo humano 100% (porque lo necesitás para sobrevivir), criticar a quien desea manifestar algo en la materia o sentirte superior al resto, y así dar livianamente el mensaje de que cada uno es responsable de lo que crea en su vida, sin tener en cuenta que hay gente que no vive como vos y no tiene tus mismas herramientas de consciencia.
2- abrazar tu humanidad y manifestación en la materia no implica olvidarte que sos algo más grande que lo manifestado en la materia (porque así te convertirías en alguien que abre la grieta aún más)
Todos los extremos nos llevan al desequilibrio.
Nacemos y crecemos en un sistema piramidal, donde el que está más arriba es admirado, envidiado, repudiado por los de abajo. Y los de abajo crecen mirando hacia arriba intentando trepar hasta la cima, a veces sin importar cómo. Por eso lo que más coherencia y equilibrio no dará como sociedad, es ponernos a todos en horizontal, de igual a igual, que no haya gurúes, dioses, poderosos encima del resto. Al fin y al cabo todos vamos hacia el mismo destino en la vida, nadie está exento de morir y seguro nadie se lleva su dinero a la tumba.
Vamos llegando al punto
Cuando te venden cursos, libros (o sagas de libros), cuando ves documentales “espirituales” y todo te promete ascensión, abundancia, sabiduría, están simplemente vendiendo. Listo, eso es el capitalismo: pagás por una promesa, por la idea que te prometen de convertirte en alguien que tiene una vida preciosa. Es decir, siempre te falta algo, material o espiritual, pero te falta. Se aprovechan de tus miedos y tu sensación de carencia.
Cuando, además, el ser que te vende todo eso te hace sentir inferior, te dice que tenés que seguirle comprando libros, cursos o unirte a su fundación si querés saber más y poder hacerte rico, comprarte la casa o el auto, AMIGUE DATE CUENTA. Te están cachando.
No hay nadie que te pueda decir cómo, darte una receta mágica para solucionar tus problemas o prometerte que con este ritual todo va a mejorar. La verdad es que todo está en tus manos, pero sólo si tenés las oportunidades para ello.
Primero porque cada ser es único, lo que funciona para mí puede no funcionar para vos y mucho menos para alguien que vive en India. Acá el punto es: tenés acceso a todas estas promesas porque tenés alimento, techo, familia. Es decir, te hacen olvidarte de ser agradecida/o de las cosas que ya tenés porque te hacen mirar el agujero que siempre falta llenar o tapar. Y, creáse o no, estás en una posición de privilegio.
Porque hay gente viviendo en la calle que ni siquiera puede tomarse el tiempo de pensar en que tienen la posibilidad de tener otra vida. No lo saben, ni les interesa porque les preocupa su supervivencia. Y éste es sólo el ejemplo más sencillo. Tal vez en lugar de decir: “lo eligió antes de nacer (cosa con la que estoy en desacuerdo, porque pudo haber elegido el aprendizaje y no la experiencia en sí) y debe salir sólo de esa” podés darle una mano desde un lugar menos soberbio y sorete. Y capaz con un poquito hacés mucho, y hasta cambiás la perspectiva.
Entonces:
Lo que quiero transmitir es que seamos agradecidos, no desde una posición de superioridad, sino de compasión y empatía. Sí, dale, intencioná hacerte millonaria, pero que sea para poder ayudar al vecino al que se le voló el techo además de para comprar tu casa. ¿Me explico bien?
En un mundo social, a la sociedad la mejoramos entre todos, no haciendo sólo lo que puedo por mi ranchito. Trabajando, creciendo y compartiendo en red. Dándome cuenta de que si coseché veinte tomates y al vecino le comieron las tomateras las langostas, entonces le puedo compartir de mi cosecha y no guardarla para que se pudra porque no llego a consumirla entera.
El pensamiento de carencia nos hace acumular y tarde o temprano comprobamos que acumular tampoco nos tapa el agujero: es porque no hemos tomado la suficiente responsabilidad de cerrarlo desde abajo, desde la causa.
También, algo que es muy claro en el camino mientras lo transitamos, es que la riqueza, la sanación o lo que deseemos, se manifiesta naturalmente mientras más cómodos estamos con nuestra Alma y humanidad, con las dos juntas, no separadas. Ser espiritual implica ser humano, no vivir en un trance extático constante que ignora la tridimensión donde el cuerpo se ancla.
Resumiendo
Al inconsciente colectivo lo hacemos funcionar entre todos: más miedos tengo sin reconocer e integrar mi sombra, más miedo tendré de salir a la calle. Más agradecida soy por mis privilegios, mayor abundancia en todos los aspectos podré experimentar para aportar al colectivo -material y al inconsciente- y así estaré poniendo mi granito de arena en hacer de mi comunidad y del mundo, un lugar mejor. Y no sólo para mí, sino también para los que vienen atrás.
No somos superiores a nadie sólo por tener oportunidades y privilegios, hemos tenido suerte, hemos trabajado por ello, nos hemos esforzado y aprendido mucho. Pudimos tener siempre una casa, educación, alimento. Pero hay gente que no tiene nada de eso, que tal vez si no nos sacamos la venda de los ojos, nunca la tendrá. Porque no es sólo el estado el que tiene que hacerse cargo del menos afortunado: somos todos. A LA HUMANIDAD LA HACEMOS ENTRE TODOS.
Intencioná, visualizá y si querés aprendé a meditar para elevar tu vibración, conectá con las 7 leyes herméticas. Se puede, claro. Pero no te ilusiones con que tu vida mejorará y todos los problemas del mundo se habrán acabado. Si lográs lo que deseás, que ojalá así sea, corrés el riesgo de ponerte una venda en los ojos. De verdad, pasa y te olvidás de los que están en guerra, de los masacrados por fuerzas que deberían protegerles, de las mujeres asesinadas por sus parejas.
A veces siendo felices incluso nos olvidamos de agradecernos a nosotros mismos, de disfrutar de nuestras recompensas porque siempre creemos que falta más.
No es mi intención decirte “che, hay mucha mierda en el mundo, no disfrutes de tu felicidad”. ¡Para nada! Disfrutala, co-creála, gozate. Pero no te pongas la venda para hacer todo sólo para vos, por favor. Porque eso es lo que más nos daña: olvidar que todos somos todos. Que lo espiritual sea humano y vieceversa.
Eso es lo fundamental: aprovechar las oportunidades disponibles reconociendo que hay otros que no tienen ninguna y haciendo lo mínimo por el de al lado, no subirnos a un pedestal moral, pedorro y espiritualmente soberbio para sentirnos mejor.
Extra
Cuestioná y dudá de:
– los mensajes y cursos tipo “averiguá si sos Trabajador/a de la Luz” o si sos médium, o canal. Naturalmente todos lo somos.
-los cursos, retiros, etc que pidan cientos o miles de dólares. El conocimiento y la energía valen y quien lo brinda precisa dinero como vos para vivir, pero no dejes que se abusen. La sabiduría, de todos modos, no se puede comprar.
– los hombres que te dicen cómo vivir tu maternidad, tu menstruación o tu manera de dar la teta. Ningún estudioso lo sabrá mejor que alguien que lo vive.
– cada persona que te diga que sabe la verdad, que tiene seguidores que le llaman “Maestro/a”, que imita a grandes avatares como Buda o Jesús, que son muy “yoístas” y dan su mensaje desde un lugar egoico.
– las asociaciones, escuelas o personas que sean demasiado insistentes en que pagues algo que ellos ofrecen, que te asocies, inscribas, etc, sobretodo si se tornan agobiantes y/o violentos.
– los que te digan que tenés que estudiar sus propios contenidos (libros, cursos, etc) porque estarán haciendo foco en tu hemisferio racional y no te dejarán elegir con tu intuición qué te resulta verídico y qué no. No te dejan pensar por vos misma/o.
-los que aseguran que porque su mensaje es de determinada manera (canalizado, recibido a través de sus capacidades mediúmnicas, recordado de otras vidas, etc) es real. Claro que puede ser verdad para ellos, pero no necesariamente debe y puede sentirse verdadero para vos. En la búsqueda de la verdad estamos todos, y es personal, no única.
– todo, incluso de lo que te digo acá. Experimentá por vos misma/o. Permitite elegir cuál es tu verdad personal, para ser libre de dogmas ajenos y sobretodo para pensar de manera independiente. En esta era todos queremos alguien que nos de pautas, nos diga el cómo o nos sane. Pero nadie puede hacerlo por nosotros.
No compres creencias y maestros. Sos la única persona que sabe lo que necesita, incluso cuando tu mente racional cree que no.
Nos olvidamos que nosotros podemos hacerlo con el acompañante terapéutico adecuado, sea psicológico, chamánico, astrológico, el que mejor te resuene, porque es nuestro propio camino el que está envuelto, nuestro desarrollo.
Y si tu crecimiento te pide a gritos que tu medicina se la des al mundo, a veces sin importar lo que obtengas a cambio, entonces ahí estarás haciendo un verdadero camino espiritual de regreso a casa, y haciendo de esta Tierra su mejor versión, allanando el camino hacia la 5D.
Lo hacemos juntos, no separados.