Personalmente siento que la creatividad es como un lobo que ruge desde adentro y que no puede ser ignorado. Tal vez muy relacionado a la mujer salvaje, supongo.
En el artículo de la enseñanza de los tránsitos les cuento sobre lo que creo de la creatividad, pero hoy quiero explayarme un poco más compartiéndoles algo de una de mis escritoras favoritas, Elizabeth Gilbert:
“Existe el estereotipo de que la creatividad vuelve locas a las personas. Disiento. Lo que vuelve locas a las personas es no expresar su creatividad. (“Cuando saquéis lo que hay dentro de vosotros, esto que tenéis os salvará. Si no sacáis lo que hay dentro de vosotros, eso que tenéis dentro de vosotros os destruirá.” Evangelio de Tomás.) Saca, pues, lo que tienes dentro, ya sea un éxito o un fracaso. Hazlo con independencia de que el producto final sea una basura o una joya. Hazlo con independencia de que los críticos te adoren o te odien…También si nunca han oído hablar de tí y quizá no lo hagan. Hazlo sin que te importe si la gente te entiende o no.
No tiene que ser perfecto y tú no tienes que ser Platón.
No es más que un instinto, un experimento, un misterio, así que empieza.
Empieza por donde quieras. A ser posible, ahora mismo.
Y si da la casualidad de que la grandeza se cruza en tu camino, deja que te sorprenda trabajando duro.
Trabajando duro, y cuerdo.”
Elizabeth Gilbert. (@elizabeth_gilbert_writer)
La creatividad no se trata de exigirse hacer manualidades, una pieza de arte o de escribir un libro, la creatividad sale, se manifiesta cuando inventamos un método nuevo para organizar nuestros ahorros, una receta o cuando se nos ocurren nuevas ideas para optimizar el trabajo. Ser una persona creativa no necesariamente implica ser un artista.
Además, seas un artista en algo o no, la creatividad siempre se achica ante el juicio propio y ante el temor del qué dirán de los demás. No podemos crear pensando en qué pensarán los otros porque no estaremos siendo libres, la creatividad no fluirá.
Respecto a eso, Elizabeth también dice algo muy acertado en su libro “Libera tu magia”:
“De los veinte a los cuarenta años nos esforzamos por ser perfectos porque nos preocupa mucho lo que pensará la gente de nosotros. Luego cumplimos los cuarenta y los cincuenta y empezamos a ser libres porque decidimos que nos importa un bledo lo que los demás piensen de nosotros. Pero no se es completamente libre hasta que se llega a los sesenta y los setenta, cuando por fin comprendes esta verdad liberadora: que nadie estaba pensando en tí.
No lo hacen. No lo hacían. Nunca lo han hecho.
La mayor parte de las personas lo que hacen es pensar en sí mismas. No tienen tiempo de preocuparse de lo que estás haciendo, o de si lo estás haciendo bien, porque están demasiado ocupadas con sus problemas.”
Es el miedo a la crítica lo que frena, cuando somos los primeros en criticar lo que hacemos en lugar de disfrutar el proceso creativo.
Somos impacientes, queremos lograr algo “lindo” por mínima que sea la expresión, y nos olvidamos de dejarnos fluir mientras estamos creando.
La clave entonces es crear sin expectativas, sin juicios, sin pretender nada sobre el resultado, sino simplemente, disfrutando del proceso.