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El confort de quejarse

¿Qué dice, señora? ¿Cómo me va a gustar quejarme?

A consciencia, a nadie le gusta quejarse, victimizarse o sentirse en una posición sin salida. Y ojo, que las hay, no las negamos. Muchas veces SÍ hay salidas pero la situación actual -vieja, conocida- es demasiado cómoda. Y cambiar o transformarse es, para la mente, un riesgo mortal.
Toda creencia tiene de fondo un miedo a dejar de sobrevivir.

La queja y el victimismo son dos de los grandes males sociales y culturales que, dentro de un sistema abusador y dominante, nos siguen haciendo ocupar roles y lugares precarios, limitados y asfixiantes.

En la escuela nos obligan a aprender y a “ser inteligentes” usando sólo un hemisferio cerebral: el lógico. El que marca tu coeficiente intelectual, que indica para qué trabajos podrás ser el obrero (ente) ideal. La ciencia lo necesita.

El hemisferio derecho es creativo y cuestiona, pero no desde la lógica, sino desde nuevas opciones y perspectivas impensables. Un gran porcentaje de la sociedad lo tiene negado. Porque con él conectamos con nuestra espiritualidad y, gracias a la conexión pineal-pituitaria y la unión de los dos hemisferios, es que podemos sentirnos completos. Pero no, siempre algo nos falta, siempre estamos insatisfechos, quejándonos y listos para seguir echandole la culpa a algo externo. Eso le sirve al sistema.

La queja se convierte en tu zona cómoda porque es lo conocido, y cualquier cosa que amenace a lo conocido representa un peligro. Entonces encontramos un beneficio: el de seguir tal como estamos, hundiéndonos cada vez más en la misma postura rígida, que nos limita y ahoga.

Es una cuestión biológica: se crea una especie de adicción al sostener una creencia y al querer cambiarla, sufrimos abstinencia. Crisis. Desmadre.
Por eso la única persona capaz de sacarte de ahí, sos vos -con toda la ayuda que desees, obvio-.

Sé que es polémico, pero te invito a cuestionarte y preguntarte: ¿en qué situación de mi vida prefiero quejarme porque es más cómodo que intentar cambiar?

No digo que si no tenés chance de dejar tu trabajo lo hagas igual. Sí creo que todos podemos crear nuevas realidades. Y más allá de los privilegios, depende también de tener coraje.

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