Aprendiste a trabajar en un #paradigma que se está rompiendo. En un mundo viejo que sólo funciona a la fuerza y con mucho #dinero, que mueve ejes que están oxidados.
Aprendiste a estudiar y salir a un mundo que respondía exclusivamente a ser empleado.
No aprendiste a ser #creativa, #autodidacta o #dueña de un #negocio.
Aprendiste a responder a las demandas de quien debías ser para ser #exitosa. Por ende, aprendiste una vieja noción de lo que el #éxito es.
Aprendiste a silenciar a tus deseos reales para suplantarlos por aquellos que deberías tener, para sentirte satisfecha en un mundo de insatisfacción constante.
No aprendiste a ser #próspera, a tener educación #emocional y #financiera, a crear y #reinventarte, a #reprogramarte luego de limpiarte de lo que no te sirve.
Creciste en un mundo de apegos y miedos a la carencia, que no te permiten ver lo #liberador y #abundante que el desapego es.
Te acostumbraste a controlarlo todo y a pedir que tus vínculos te den lo que querés, sin entender qué pueden o no pueden dar.
Aprendiste a no tener. A que siempre te falte algo para ser perfecta o suficiente: belleza, bajar de peso, inteligencia, conocimiento, dinero.
Aprendiste a temerle al dinero y a gastarlo en cuanto entra porque nadie te enseñó a sostenerlo y a crear un estado de #abundancia, a conectar con esa abundancia que realmente sos.
No aprendiste a que ser diferente podía ser posible.
Aprendiste a juzgar.
Aprendiste un montón de cosas que hoy seguís sosteniendo y no sabés por qué. Y aprendiste un montón de juicios que hoy no te dejan expandirte.
Porque así creciste, eso te enseñaron, eso mamaste.
Pero estamos viviendo el quiebre de una era laboral a otra, y esta nueva te requiere algo más despierta, diferente, habitando tu cuerpo pero también tu #alma.
Tenete paciencia. Lo estás haciendo lo mejor que podés, incluso cuando creés que lo estás haciendo “mal”.
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