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Ser Moon Mother: mi proceso personal.

Imagina a una mujer de pie frente a ti, bañada en luz de luna.

Está radiante bajo la luz blanca plateada y en sus palmas descansan dos lunas llenas. En la frente lleva una estrella blanca, en su corazón lleva un cáliz de plata rodeado por una luz de color rosa pálido, y a la altura de su útero hay un caldero dorado que irradia luz y contiene los océanos del mundo.

De su útero crecen raíces doradas que desaparecen en la profundidad de la Tierra. Esta mujer es serena, completa, fuerte, suave y amorosa.

Es una Moon Mother que sostiene la energía de la Bendición.

El jueves 31/1 y el viernes 1/2 pasados hice el primer nivel de Moon Mother con Miranda Gray, la autora del libro “Luna Roja”, entre otros libros hermosos de conexión con nuestra esencia femenina.

Resulta que hace unos meses, mirando su página, ví que venía a ofrecer este taller a Uruguay y enseguida quise ir. Escribí al contacto que indicaba y el valor me pareció algo elevado para el momento (elevado para mí, muy acertado para todo lo que implica). Me dije “si tiene que ser, si lo tengo que hacer, la plata va a estar.”

En realidad, no estaba carente de ese dinero, sino que tenía un par de inversiones grandes y quería cuidarme. Pero una noche soñé con ella, con Miranda, sentada en una mesa firmando libros mientras una mujer sentada al lado de ella me transmitía su pensamiento (el de Miranda) y me preguntaba si iba a hacer el taller. Recuerdo su sonrisa tan característica y dulce y a mí diciéndole: “Sí, claro que voy a ir!”

Como imaginarán, me desperté y realicé el pago. No me importó hacer las cuentas porque no era un impulso: estaba siguiendo un mensaje relacionado a mi Nodo Norte (en Cáncer y en casa VIII, la de los genitales). Ser una Moon Mother implica aprender a conectar con el sagrado femenino y aunque no parezca, esa iniciación va a doler en relación al nivel de vibración que estés manejando. Y a mí me dolió.

Muchas cosas tenía que limpiar antes de ir y, como Miranda dice, esos días comenzás una transformación muy intensa. Apenas subí al ómnibus que me llevaba a casa después del primer día de taller, me largué a llorar. Lloré durante el curso, lloré al llegar a casa, en la ducha, en el living, en la puerta. En todos lados, lloraba desconsolada. El motivo no era sólo la emoción, había algo más que yo no tenía palabras para describir pero que sabía que estaba liberando, dejando atrás, era como estar sacándome suciedad pegada muy fuerte dentro mío.

Además de una otitis que me estaba atacando -y tuve que hacerme cargo de aquello que no quería oír- me sentía física, emocional y mentalmente mal. 22:30 hs me acosté y me desperté a la medianoche con más malestar. Y dí vueltas hasta que me dormí dos horas después, luego de tomar algo para el dolor del oído.

La cosa es que tenía mucho miedo de no poder ir el viernes (todo esto fue el jueves) y me dije a mí misma que si tenía que terminarlo, lo iba a hacer. Quise ir a la emergencia por el dolor del oído al despertarme, pero sin embargo me levanté maravillosamente bien. Pude ir y terminar el taller sin problemas. Pero el malestar -el que no era del oído- seguía. Llegué a casa, saqué manual, certificado y libros del bolso y los dejé lejos de mí. Incluyendo una pulsera hermosa que nos regaló: no quería saber nada. Estaba comenzando una transformación y necesitaba cualquier cosa menos acercarme a lo que la había desencadenado.

Mi Nodo Norte en Cáncer está regido por la Luna. Y está en la casa que habla de la profundidad, de las transformaciones, de lo psicológico, los genitales, la sanación. El Nodo Norte duele porque es la zona incómoda. Y para ir hacia él, TENEMOS QUE HACERNOS CARGO. Y hacerse cargo no siempre es hacerlo de manera activa. A veces sólo tenés que relajarte y permitir que el proceso fluya.

Al día siguiente, llegaron mis papás desde Argentina, de visita. Mi mamá es modista y como yo le había comentado que quería comenzar a usar toallitas menstruales de tela, me trajo DOCE, hechas por ella. Creo que es el mejor cambio que podemos hacer, además de la copita (que no la uso por otros temas, aún). Ese día, sábado, comencé a menstruar con 4 días de anticipación, cosa rara en mí porque estrictamente se me adelanta dos como mucho.Y comencé a usar esas toallitas. Por primera vez en años, tuve una menstruación sin dolor. De verdad, yo todavía me lo estoy tratando de creer. No tuve síntomas graves de SPM siquiera.

Comencé a respirar. Sentí el cambio y el cambio se me hizo parte. Me sentí sanar. Sentí que todo lo que estaba procesando por dentro estaba yendo por su cauce. Sentí a mi Nodo Norte sonreír. Agarré el libro nuevo, ese firmado por Miranda. Leí su dedicatoria que se refiere a “seguir ese camino del despertar femenino juntas”. Y me dije que sí, que lo voy a hacer. Mientras escribo me emociono de recordar sus abrazos interminables y su inmensa dulzura para con todas nosotras. Esa mujer tiene una misión inmensa y la está llevando a cabo por todo el mundo.

Todavía me duele porque no lo termino de procesar: estoy renaciendo y nadie sabe cuándo terminan esos procesos, simplemente una renace y lo siente. Y así como mi cuerpo respira felicidad por haber elegido el regreso a lo natural, respira mi alma por estar siguiendo las señales que me da. 

Pero mientras tanto me puse la pulsera y miré el diploma con una sonrisa: ahora soy una Moon Mother, eso que tanto esperé aprender está dentro mío y estoy más que dispuesta a hacerlo florecer cuando sea el momento.

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