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La Hermandad de la Rosa

Mi abuela materna se llamaba Rosa.
Su apellido era de origen arameo.
En todas las casas que viví, había algún rosal.
Mamá me transmitió el amor y la admiración por el aroma de las rosas, por su belleza, por su significado. Su apellido, en italiano, significa “hermana”.

Hace unos años, jugando con un oráculo, me salió una carta que citaba a “La Hermandad de la Rosa”. Inmediatamente sentí atracción por ese concepto, por esa unión que proponían las palabras hermandad y rosa. Super que habría algo que me iba a ofrecer respuestas aunque ni siquiera tuviera las preguntas.
Y ahí pasó: me sumergí en un mundo donde cada cosa que leía me erizaba la piel, me sacudía las células, me proponía recordar.

En uno de los ataques de pánico más grandes que tuve, sentí a María, cualquiera sea su forma, cubrirme con su manto y calmarme todos los cuerpos. María, una de las formas de Kwan Yin, de Hathor, Isis, Atenea, Venus, Afrodita, Ishtar, Inanna. En todas sus caras, facetas, energías, María lleva a la rosa dentro de sí misma.

En la antigua Lemuria, la Hermandad de la Rosa consistía en doce grupos de doce mujeres en círculo, anclando la energía de la Diosa a la Tierra, también llamado el Divino Femenino. Crearon una red cristalina de amor alrededor de Gaia. Por supuesto, como con quienes encarnaron toda acción relacionada a permitir la libertad humana, también fueron perseguidas y asesinadas. Pero renacieron, una y otra vez, y aunque fueron perdiendo la memoria vida tras vida, algo siempre les guiaba a recordar.

Eran 144 mujeres y de ellas, muchas tuvieron descendencia y se esparcieron por todo el mundo. Sea por sangre o por espíritu, somos muchas las que nos cansamos de encontrar señales y sincronías como para no hacer nada con ello.

El cáliz, el Santo Grial, la cruz Ankh, el árbol de la vida, Sirio, Atlántida, Lemuria, Avalon…todo está relacionado con la Diosa, guiada por María, la de Magdala. Ella misma dice llamarse así, porque su nombre no era Magdalena, sino que era María y Magdala era su lugar de procedencia.

Dentro de la Hermandad se pide estar conectadx internamente con la Diosa y el género es indistinto porque lo que importa es la intención. No hay juicio, no hay envidia ni competencia, ni superioridad o jerarquías, aunque sí hay personas que guían, por cuestiones de orden.

Si algo de esto te resuena, si tenés la piel erizada, hacele caso. La Hermandad te está llamando.

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