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Renacer: los planetas despiertan

Los incas creían que el mundo se dividía en tres niveles “de experiencia”, identificados por animales:

-la Serpiente representa el mundo inferior, el de los muertos, que también es el mundo de la transformación y de los que están a la espera de volver a nacer, simbolizando nuestro poder interno y la capacidad de transmutación, a través de la reflexión consciente;
-el Puma representa el mundo de los vivos, los que estamos sobre la Tierra y simboliza la fuerza, la sabiduría;
-finalmente, el Cóndor, que mira todo desde arriba, simboliza nuestro espíritu, la elevación luego de la experiencia terrenal, la conexión con el Gran Espíritu y con el Universo.

Creo que esta visión del mundo no sólo es muy acertada, sino que también encaja en muchos arquetipos, incluyendo obviamente el de la astrología.
Todo está conectado: somos energía que se mueve en ciclos. Nacemos, crecemos, morimos, y así continuamente hasta que nuestra Alma llega a un grado de evolución suficiente como para no reencarnar y seguir su servicio desde otro lado o fundirse con la energía fundamental, Dios, Gran Espíritu, Jehová, como quieran llamarlo.

La Serpiente representaría el mundo de Plutón, el inframundo, aquel conocido como el reino de la muerte, el renacimiento, la transmutación y transformación. El Puma es el Sol, la meta última de nuestra existencia que nos lleva a iluminar a los demás con nuestros dones y sabiduría. Puede representarse también con Saturno, que es el crecimiento y el tiempo.
El Cóndor es el más elevado y consideraría identificarlo como Neptuno: ya sin límites, el Alma es libre de volar hacia donde quiera, sin ataduras ni envases que la contengan, es como el agua y fluye desenvuelta.

Además de eso, podemos comprender que nosotros somos los Pumas, aprendiendo del reino de la Serpiente cuando hacemos introspección y del Cóndor, que serían los planetas ejerciendo su influencia y permitiendo así que nos movamos en los ciclos que les comentaba al principio.

Les cuento esto no sólo porque me parece una filosofía fascinante, sino también porque estamos comenzando a transitar un período en que las retrogradaciones comienzan a menguar -¡por fin!- y vamos a sentir el impulso de la acción, un último tirón hacia el final del año que llegará con la próxima temporada de eclipses. Somos la Serpiente que cambia de piel y debe abandonar la vieja cuando ya ha llegado el momento de avanzar, de dejar atrás lo que los eclipses nos han llevado a soltar: es momento de renacer de la que fuimos para ser las que necesitamos ser ahora.

Tenemos menos etiquetas, menos cargas, menos pesos muertos en la espalda. Creo que no soy la única a la que el eclipse en Acuario la llevó a limpiar casi obligadamente un montón de cosas que se ven y otras que no. ¿No sintieron ganas de liberarse de ataduras visibles e invisibles? Sigue siendo un muy buen período para limpieza física y espiritual, por si no la hicieron hasta ahora. Tener eclipses con muchos retrógrados en el cielo nos ayudó a eso, a limpiar, a soltar. Ese eclipse en Acuario se sintió muy fuerte porque se dió junto a Marte, que es acción, es movernos a purificar lo que ya debe irse. Por eso, si aún no lo hicieron, Marte volverá a tocar el punto del eclipse los días 26 y 27 de Septiembre y allí es indicado terminar de limpiar lo que quedó. Lo bueno es que vamos a estar con mucha más claridad que al momento del eclipse y eso es un respiro.

Además, ya Mercurio despertó, el 27 de Agosto lo hace Marte, el 6 de Septiembre sigue Saturno y el 30 lo hará Plutón. Así, solamente nos quedarán Neptuno, Urano y Quirón en modo retrógrado hasta que se les una Venus por un tiempo.

En Septiembre se termina la temporada de eclipses también y estaremos finalmente dejando el letargo invernal para volver a actuar por nuestras metas, proyectos y sueños.

Espero que hayan tenido grandes descubrimientos en este período y que se hayan animado a renacer, a redescubrirse y a cambiar de piel para estar más livianas durante el resto del año.

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