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Relaciones

El 22 de Septiembre, Mercurio y el Sol ingresan a Libra. Teniendo en cuenta que vienen de organizarse y crear mejores planes en cuanto a rutinas, alimentación y cuidado de una misma, ahora pueden enfocarse en ver cuánto desean compartir, con quién y hasta dónde.
Digo “hasta dónde” porque el 25 el Sol se cuadra a Saturno y por eso ya estamos trabajando límites en relaciones.

Esto nos lleva a la frase de la imagen. Siempre establecemos listas de las cualidades que queremos en otros, siempre pensamos en cómo nos gustaría que fuera nuestra compañera o compañero de vida, siempre pensando en el otro. Nunca vemos que esas cualidades ya las tenemos, ni hacemos una lista de lo que deseamos dentro de una relación. No, hacemos listas de lo que queremos del otro como si pudiéramos moldearlo, hacerlo de barro desde cero y traerlo a la luz. O peor, imaginamos que podemos cambiarlo. Ay, cuánta desesperación me da imaginarme mujeres queriendo cambiar a la persona que tienen al lado. Me desespera porque yo también estuve ahí.

Cuando estamos en relaciones, lo damos todo, hasta la asfixia. Damos tanto que nos quedamos sin nada (mujeres Escorpio, choquen los cinco). Damos hasta lo que no tenemos, queremos ser las proveedoras del amor más intenso y derrochador del mundo. Queremos darle al otro el mundo, SER su mundo, ser todo, porque el otro es todo para nosotras.
¿Les ha pasado? Y nunca se preguntan, en ese momento: ¿Y yo?

Si ya pasaron su retorno de Saturno, estoy segura de que ya no se encuentran tanto en esta posición o al menos están trabajando en esto, si es que están despiertas y conscientes. Sino, esta situación sucede muchísimo en nuestros veinte -o sucedía al menos, para las que los vivimos dentro de los cánones patriarcales sin despertar a nuestro poder gracias al feminismo, cualquiera sea la posición dentro de él-. El tema es que, tarde o temprano, nos morimos. Nos morimos dentro de la relación. La abandonamos.
Es que nos hemos abandonado a nosotras mismas tantas veces, por cumplir el rol que creíamos que la mujer tenía que tener, por cumplir con la mujer que imaginamos que teníamos que ser para “retener” al otro, para estar acompañadas porque “eso es lo que hay que hacer”, que olvidamos nuestros deseos, nuestras metas, nuestras vidas más privadas. Nos olvidamos de cultivar nuestro ser interno por tratar de cultivar el del otro, como si fuera inválido, como si fuéramos imprescindibles. Pero luego se van, porque se hartaron de que seas la madre en lugar de la pareja. ¿Les ha pasado?

Con los años y las relaciones te das cuenta que no vale la pena estar dentro de una relación sin ser vos misma, sin recibir nada desde tu propio centro, sin crecer.
Las relaciones conscientes son aquellas que se desarrollan en equilibrio, sin máscaras, sin ocultarle nada al otro porque ya no me relaciono por el miedo a estar sola, sino por el deseo de compartir-me. Me muestro tal como soy porque el otro elige estar a mi lado aceptándome íntegra, con mis brillos, mis sombras, mis locuras, mis bailes y mis ganas de cantar a los gritos, con pintura en las manos o con ganas de besar.
Te eligen, a vos. 

Por eso, las mejores relaciones con otros se crean, indefectiblemente, a partir de la relación con una misma. Si no te amás ¿cómo vas a amar sanamente a otros? Si estás perdida ¿creés que alguien más puede encontrarte o verte con claridad entre tanta nebulosa? Si das todo ¿cómo te quedás en la nada?

Mujeres, estén solteras, en relación, concubinato, matrimonio, en “veremos”, en pausa, libremente sexuales o en celibato, en poligamia, en monogamia, la primer relación, la más importante que es la clave para todas las demás, es la que tienen con ustedes mismas.
No se atrevan a olvidarse.

PD: El miedo a la soledad es el desconocimiento de lo hermosa que puede ser la soltería cuando te amás sin peros. La relación, tarde o temprano, siempre llega.

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