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Los soñadores

“Gazing through the window at the world outside
Wondering will Mother Earth survive
Hoping that mankind will stop abusing her, sometime”
Ozzy Osbourne.

(Mirando a través de la ventana al mundo exterior,
preguntándome si la Madre Tierra sobrevivirá.
esperando que la humanidad deje de abusarla, en algún momento).

Esta frase, que pertenece a la canción “Dreamer” de Ozzy Osbourne (que es realmente muy hermosa, no se dejen llevar por la mala fama del señor y escúchenla si pueden), me hace llorar.

Hoy no quiero hablarles de astrología, les quiero hablar de los soñadores. De aquellos que se sentían identificados con la frase de la bastardeada película “Amélie”: “Son tiempos difíciles para los soñadores”. Vaya, sí, siempre lo fueron. No sé si alguna historiadora o historiador podrá ayudarme, pero creo que nunca fueron tiempos sencillos para quienes sueñan más alto que la realidad.

Los soñadores somos los colgados, los erráticos, los trotamundos, los delirantes, los que para nuestras familias estamos locos, los irracionales, los idealistas, los que no podemos ver la realidad. Y es que por eso somos soñadores: la realidad que vemos es tan desesperante que elegimos soñar con un mundo mejor.

No me refiero a la realidad individual o egoísta, me refiero al mundo, al planeta, a la sociedad. Me refiero al miedo que sentimos las mujeres caminando solas de noche por la calle, al dolor de la gente pidiendo, al hambre de los niños que se acuestan a dormir sin comer, al abandono de quienes tiran basura en espacios públicos, al sufrimiento de las mascotas abandonadas que buscan comida en la basura, al capitalismo controlándolo todo, a las guerras, a las religiones, a la Iglesia cometiendo abusos encubiertos bajo un manto de desesperante falsedad, a los gobiernos aprovechándose de las libertades individuales, a los miedos que nos genera el control de los medios, a los pesticidas, a la contaminación, a los alimentos llenos de venenos, a todo. A todo aquello que se les ocurra que “está mal en el mundo” y que duele, que a la Tierra le duele.

Los soñadores no somos los que ignoramos estas realidades, en absoluto: somos los que creemos que el cambio empieza por casa, conociéndonos, responsabilizándonos por nuestro lugar en el planeta, porque sólo con pequeños pasos es que los cambios reales se inician.

Cada cual sabrá cuál es su lucha personal, hacia qué aspecto de estas duras realidades quiere enfrentar y dejar de darle poder (dejar de consumir productos de compañías abusivas y tóxicas, limpiar su vereda de papeles y plásticos, no colaborar con medios o entidades asociadas al daño del planeta, etc). Está en nosotros como individuos darle una mano al planeta, entender que la Tierra no es tierra seca, sino que late, es un ser viviente como todos nosotros, y tiembla, ruge cuando necesita hacerse escuchar.

Estamos matando al planeta lentamente, entre todos. No lo vemos, por eso resulta tan poco creíble. Pero lo sentimos. ¡Y es nuestra casa! ¿Cómo podemos ser tan egoístas?

Elegimos ser soñadores porque nacimos para crear un mundo mejor y tenemos fe en que el cambio es largo, extenso, agotador, pero posible. Porque las generaciones que vienen merecen vivir sin miedos en un planeta que está lleno de personas llenas de amor y compasión. Trabajar personalmente el perdón, liberar miedos y odios, hará que podamos transformar nuestros pequeños círculos, y que esa energía, esa vibración, se expanda. Soñamos con días mejores, donde caminemos sin miedos en un planeta que no sufre.

Sin fe, no podemos iniciar los cambios. Sin los cambios, la vida se estanca. Estancados, nos morimos por dentro. Y muertos nada podemos hacer.

Gracias por ser una más trabajando por su propia evolución y la del planeta.

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